miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un simple capricho...



Aquellas manos suaves y delicadas llenas de rasguños, aquellos ojos cansados de llorar, esas heridas que dejarán marca y esos malos recuerdos en su cabeza que no se borrarán, esas imágenes que estarán presentes en todos los momentos de su vida, esa mirada triste, esos miedos a su llegada del trabajo.
Todo eso por un simple capricho.
Esos moratones por todo su cuerpo, ojos morados, narices sangrando, voces afónicas de pedir ayuda, ¿y todo esto por qué?
Por un simple capricho.
Un rostro que posiblemente no sonría nunca más, esa herida que jamás curará, su corazón, ilusiones rotas que nunca pasarán, pensamientos como ¿cuándo acabará este infierno? o ¿cuándo seré valiente?, miedo a denunciarlo o simplemente impedirle que le levante la mano, cada día, y a la misma hora
Todo por un simple capricho que no vale la pena.
Por un simple capricho que solo hace daño.
¿Que te desahogas? ¿Y por qué con ella?
No vale la pena.
Y algún día se decidirá a ser valiente y por fin te arrepentirás de tus daños, de todas esas pesadillas que cada noche tenía por tu simple capricho.
Te digo una cosa, mala persona, ¡PARA!
Y es que cada día la violencia de género va a más, y no solo en España, en todos los países del mundo y eso no puede ser.
No puede ser, no puede ser que todo esto ocurra por un simple capricho.
María del Mar López González, 1º E.S.O. A

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