Y heme aquí, una vez más, viajando por las innumerables capas de esta omnipotente imaginación, liberando las falanges en el teclado sin zozobras ni congoja alguna, perdida en mil divagaciones…frente a un folio en blanco.
¿Y por qué escribo lo que escribo? ¿Por qué hacer esto? ¿Por qué sentir lo que siento?
«La vida…» medito para mí, pero solo obtengo más y más y más preguntas retóricas…
¿Qué es: sueño o realidad? ¿Qué somos: polvo, tal vez algo más?
Sí, el tiempo es la mayor de las ciencias.
Ya no valoro el que estés o no prestando atención a estas letras, “mis letras”, querida/o lector/a. No te culpo…Apuesto a que ya tienes bastante con tus paranoias, para tener que conocer las mías. ¿Acaso te van a aportar algo? “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”, ¿no? “Vive y deja vivir”… Ahora se funciona así.
Pero, tú y yo tenemos mucho en común, aunque no lo creas.
Coincidimos en el mismo Universo, la misma galaxia, el mismo planeta, el mismo país, la misma ciudad, el mismo instituto y en definitiva, el mismo tiempo.
Puede, ¡oh, gran destino!, que tus problemas se parezcan a los míos, que mi alegría también sea la tuya… Por eso, querría compartir esto, mi insignificante y afable escrito personal, contigo, amada/o lector/lectora.
Una maraña de arduas ideas todas ellas, me atormenta día y noche, despierta o no.
Y es que no soy yo; tú no eres tú, inclusive. Estoy inhibida, buscando algo que no sé qué es y menos aún si voy a encontrar, ¡hermosa, abstrusa y caprichosa adolescencia!
Y se abren ante mí mil y un caminos (de los cuales no sé el que elegir) y se cierran y entonces se abren otros nuevos y pienso y cambio y crezco en un vaivén de nuevos sentimientos y puedo decir que es emocionante, pero, tanta exaltación y decepción y sube y baja, termina por hastiar, mi compañera/o de pesares.
Quejica por naturaleza es el meditante hombre que no razona, que se acompleja de cuantas, para superarse, presas se encuentra en el afluente escogido… Quejica soy; quejica eres.
Encima, nuestra generación es responsable de un futuro que no es nada para los que ya se fueron o están por venir y lo es todo para ti y para mí. Nos han inculcado quehaceres que no nos corresponden, ¿verdad? Ya está todo descubierto... Pues entonces, ¿para qué escribir?, ¿por qué ese afán de mejora y perfección?
¡Dichosa pereza! Me he vuelto a desviar con tanta ironía…
El tema es este: Quince años, es decir, ¿aprobar o suspender?, ¿huir, madurar?, ¿tener o no tener lo que hay que tener?, ¿reír o llorar?, ¿caer, levantarse, decaer?, ¿amar o ser amado?... Todas estas cuestiones nos unen de algún modo, querida/o lector/a.
Ya que no he encontrado contestación alguna o estoy en ello, sea por pereza o falta de agallas, te pido consulta (a pesar de que solo seas una máquina destructora e impulsiva, al igual que yo).
¿Que por qué hago lo que hago? ¿Que por qué siento lo que siento?
Quién sabe…Tal vez para que este folio en blanco, se torne negro.
Marina Jiménez Saldaña, 4º E.S.O. A
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