martes, 7 de diciembre de 2010

Contra la violencia de género



Violencia provoca dolor y angustia,
y destruye vidas y entristece.
Y nos mata por dentro y nos disgusta,
y nos sentimos sucias y no hay
solución alguna.
¿Quién es aquella persona sin escrúpulos
que juega así con nosotras?
¿Quién es aquella persona que tiene derecho
a ponernos una mano encima?
¡Qué tristeza que haya tantas malas hierbas!
¡Qué tristeza!
¡Qué tristeza tanta injusticia!
¿Cuál será la razón de tanto sufrimiento?
En un segundo, en un minuto,
en un instante, nuestra vida cambia.
Somos alegres, transparentes,
inofensivas…
Y en un solo minuto la luz que nos envuelve,
se apaga.
¿En qué estarían pensando aquellas malas hierbas?
¿En qué estarían pensando,
sino en sí mismas?
Yo os diré en lo que no pensaban:
en las consecuencias.
Nicole Marcela Jiménez Mateus, 3º E.S.O. A

lunes, 6 de diciembre de 2010

Un folio en blanco


Ahí estaba. Perdido, en la nada. Se encontraba solo, sin compañía. Confundido y muy deprimido, se preguntaba:
-¿Dónde estoy?
Sin respuesta ninguna se volvía a preguntar:
-¿Dónde estoy? ¿Cómo he llegado a aquí?
Tercera y última pregunta:
-¿Por qué?
No podía creerlo… ¿Se encontraba en un mundo paralelo? Quizás, pero… ¿Debido a qué? ¿Era todo una pesadilla o solo un sueño? Sentía que no podía moverse, se encontraba atrapado en un lugar desconocido… Su vida andaba por la sala en la que se encontraba como un alma, un alma perdida en medio de la nada, como un objeto despreciado a punto de extinguirse. La verdad, no podía explicarse qué estaba pasando.
Consiguió levantarse del asiento de la esquina y corrió como nunca lo había hecho. Caía, se levantaba, se volvía a caer; todo era igual, todo era infinito, presentía que nunca acabaría. Paredes lilas y moradas a su alrededor, que recorrían todos los pasillos por los que se dirigía. Cuadros a mano, creativos e ingeniosos que actuaban como sombras en un lugar siniestro. No lo entendía… ¿Qué era esto?
Cansado y asfixiado de tanto correr, cayó rendido en la blanda plataforma que se movía de forma circular, lo que causaba un impacto en la visión del chico. «Esto es el infierno», pensaba.
Divisó una puerta a lo lejos, a unos ocho metros más allá de donde se encontraba tirado. Esa puerta tenía que significar algo, ya que era lo único que le quedaba por probar. ¿La puerta sería su salvación, incluso su bendición o simplemente le llevaría a la perdición? No sabía lo que hallaría  después de girar hacia abajo el tirador de la puerta y echar un ojo en su interior, solo sabía que fuera lo que fuera, o significara lo que significara esa puerta, era el único camino al que le llevaba el destino.
Paso tras paso, pisada tras pisada, mirada tras mirada, la puerta le esperaba intacta cada minuto que pasaba. Notaba cómo su corazón se aceleraba y cómo latía cada vez más fuerte. Sentía que su corazón ardía por el miedo. Hasta que, decidido y sin cobardía ninguna, alzó la mano para colocarla sobre el tirador y… el infierno proseguía.
La puerta daba a una habitación mucho más reducida, de tonos más oscuros, que desprendía un brillo al final del recorrido. Parecía la luz que indicaba el fin de su existencia. No se lo esperaba, ¿iba a pasar sus últimos días en este mundo? Ni hablar, no lo permitiría. De repente, un folio escrito apareció volando y aterrizó frente a él. En él estaban escritas unas frases  que decían:
-Primero, te enfrentarás a…
-Segundo, adivinarás que…
-Tercero, huirás de…
-Cuando desaparezcan estas frases incompletas, podrás…
Y así concluyó todo. Se centraba en la primera frase. Te enfrentarás a… ¿A quién? Escuchó un ruido y contempló durante segundos la sombra de un ser. Quiso marcharse y huir a otra habitación, pero recordó la primera frase del folio e intentó enfrentarse de alguna manera a ese ser. Mantenía el miedo, pero el folio le sugería algo y se acercó hacia donde procedían las sombras. Solo quería que se acabara esta pesadilla cuanto antes. Cuando le quedaba el último paso por dar y así llegar, vio que no había nada.
-¿Cómo?- Se preguntaba.
Sacó el folio que guardó durante esos momentos. Estaba arrugado y doblado, claro, de estar en el bolsillo. Pero, lo raro era que había desaparecido la primera frase. No se lo podía creer, hacía unos instantes, el folio tenía cuatro frases y, ahora, solo tres.
Ya sabía a lo que se referían esos sucesos: eran pruebas para él, en la que cada vez desaparecería la frase de lo que realizaba. En ese mismo momento, desapareció la segunda frase. Sabía cómo continuaría, pero, una vez que el folio estuviera en blanco, ¿qué ocurriría?
Pasos enormes se escuchaban tras él. Recordaba la tercera frase. Sabía que era el momento de huir, pero, ¿de quién? Más bien, ¿de qué? O, ¿hacia dónde?
Rondaban muchas preguntas por su cabeza, pero, como ya he dicho antes, era el momento de huir y olvidarse de todo por completo. Huía hacia la luz, que era el único lugar al que se podría dirigir, debido a que era un lugar sin puertas ni escondites, sin decoración alguna con la que disimular, sin espacios pequeños que ocupar… En aquella habitación solo había cuatro elementos a destacar: el ser, el pasillo, la luz y, por supuesto, él.
Miró hacia atrás para ver qué era lo que le perseguía, qué ser andaba tras la sombra que lo cubría de pies a cabeza y ver su tamaño, principalmente, aunque desde el principio deducía que era un ser grande, de pies enormes por las huellas de sus pasos en el suelo. Era un ser horrendo, monstruoso, incapaz de colocarse de forma erguida, peludo, de color azul. Las babas le colgaban alrededor de la boca y las desprendía sobre el suelo mientras se transportaba. Colocó el papel sobre su semblante y vio cómo la tercera a la vez que la cuarta frase desaparecía hasta desvanecerse del papel por completo. En ese momento, cruzó a través de la luz y…, cayó sobre su cama. El papel en blanco descendía lentamente desde la parte superior de la habitación hasta llegar a la chaqueta marrón que vestía.
Pensaba que iba a ser la última vez que decía:” no me lo puedo creer” ¿Por qué? Porque sabía que ya estaba en su casa sano y salvo, todo por este simple folio que ahora estába en blanco. Ese simple folio en blanco salvó su vida; si no, ahora estaría todavía en ese mundo paralelo.
Intentó descifrar las frases, debido a que aún las recordaba. «Buena memoria», se decía:
Primera frase: Primero, te enfrentarás a… ¡Tus miedos! -Gritaba.
Segunda frase: Segundo, adivinarás que… esto son pruebas que tendrás que completar y la primera solo era para superarte a ti mismo. -Deducía.
Tercera frase: Tercero, huirás de… un ser horrendo dirigiéndote hacia la luz-. Recordaba.
Y, por último: Cuando desaparezcan estas frases incompletas, podrás… regresar a casa-. Aseguraba.
Creía que nunca lo diría, pero…, su regreso a casa había sido posible gracias a un folio. No por un simple folio, sino por UN FOLIO EN BLANCO.
Laura Ontiveros, 1º E.S.O. A

Un folio en blanco



Te recuerdo constantemente. No puedo olvidarte a pesar de todo el dolor que me has causado. Recuerdo la etapa en que tenía ganas de escaparme contigo, de pensar que mi vida estaba llena cuando me despertaba cada mañana. No sé lo que me pasaba cuando te acercabas a mí, solo sé que lo que sentía era inexplicable.
Tenía ganas de arriesgar, tenía ganas de arriesgarlo todo por ti, tenía ganas de arriesgarme porque quien no arriesga nunca gana.
Pero, ¿qué he obtenido yo arriesgando todo por ti? ¿Qué es lo que verdaderamente he obtenido si lo que quería no lo tengo? Porque lo que quería obtener y era algo valioso para mí, en su día... Eras tú.
Porque me quemaba por dentro el ocultar que te quería. Porque no conseguía decírtelo. No podía. Pero cuando conseguí hacerlo y te tenía delante, no expresé las palabras que quería, dije otra cosa, tal vez demasiado y no sirvió para nada. Me hizo mucho daño, pero el único deseo que tengo es volver a ese dolor que no se puede comparar al que siento ahora que no estás conmigo.
Mi vida antes de tu paso parecía una melodía que podía sonar muy bien en ocasiones, pero no lo era. Cuando te conocí, traté de probar, porque las oportunidades de encontrar la melodía perfecta son escasas y si das por casualidad con ella y coincide con el sonido que siempre andabas buscando, el que estabas deseando, debes atraparla y hacerla tuya.
Ahora me siento vacía sin esa melodía. La quiero escuchar, porque te quiero escuchar…
Cierro los ojos y los puños y trato de contener las lágrimas cada vez que te veo, cada vez que siento que ya no voy a  poder contemplar esos ojos que un día me miraban constantemente...
Me dijiste que esto sería mejor para los dos, pero no es así porque me siento morir. ¿Qué puedo hacer? ¡Dímelo tú!
Dime dónde se fue tu cariño, dímelo, ¿ya me olvidaste? ¡Cuántas personas habrán pasado ya por tu vida ¡ ¿y ninguna es la adecuada? ¿Fui yo la más adecuada?
Lo que nos pasó fue como un partido de fútbol en el que jugamos, jugamos tranquilamente como en un partido amistoso, pero luego se volvió violento y tú ganaste y yo salí perdiendo.
Quizás por ese motivo he escondido todo este tiempo, a base de reproches contra ti, la verdad. La verdad que en este momento sale a la luz, la verdad de que estoy enloqueciendo por sentir lo mismo que antes, pero ahora, mucho más profundo.
Lo que siento en ocasiones es que no puedo respirar, que tengo ideas absurdas, que te echo de menos, que estoy loca…siento que estoy enamorada.
Cuando pienso en ti no me importaría padecer de nuevo toda esa condena, ¿sabes por qué, cariño mío? , porque por lo menos estaría junto a ti y podría pasarme las horas muertas mirándote, podría tocarte, acariciarte…algo que ahora no puedo hacer.
Tengo ganas de volver a poner esas excusas que me inventaba, como que tenía que buscar algo en casa de alguna amiga o que tenía que estudiar, tan solo para estar contigo.
Sé que lo que te digo no te importa. Para ti esto solo será un folio en blanco, palabras sin sentido alguno. Sin embargo en este folio en blanco está escrita mi alma invisible que te llama y te está esperando.
Yolanda Molina Molina, 4º E.S.O. A

Las cosas cambian


El teléfono la despertó a una hora prohibitiva, las nueve de la mañana. Seguro que se trataba de una equivocación, porque ninguno de sus conocidos osaría despertar a Marta Zaldívar a esa hora (o eso pensaba ella). Una persona la despertó sin motivo alguno. El número de teléfono era desconocido, pero ella lo descolgó. Una voz femenina la insultó, le dijo que era una creída, que estaba cansada de su forma de ser, que cambiara... pero no le dijo quién era y ella tampoco reconoció la voz.
A partir de esa mañana empezó a darse cuenta de que algo había cambiado, todo era diferente.
Tenía muchas amigas y amigos, pero no todos eran sus íntimos. Cuando llegaba al instituto, observaba cómo se hacía un silencio a su alrededor  y sus compañeros disimulaban, porque ella había llegado y pensaban que no se daba cuenta, pero no era así. Oía comentarios inoportunos con doble sentido y empezó a creer que trataban de ella. Por más que pensaba qué estaba ocurriendo no encontraba solución alguna.
Marta se comportaba como siempre. No era una mala niña, era amiga de sus amigos y, aunque indecisa, siempre hacía lo oportuno. Se sentía muy confusa y decidió olvidarlo todo, pero no pudo.
Había fines de semana en los que sus amigos quedaban y a ella no le decían nada. Esto, junto a lo distantes que los sentía, la desmoralizaba.
Buscó consuelo en su prima Ana pero ella le dijo que no pasaba nada, que buscara nuevas amistades y que olvidara el asunto. También le aconsejó que hablase con ellos, pero Marta se encontraba demasiado mal y no era capaz de actuar.
 Dejó pasar los días y sufría en su interior. Nadie se daba cuenta de lo que le ocurría, ni sus propios padres .Sus amigas hablaban con ella, pero sólo les interesaba la tarea. Querían que les dejara los ejercicios y ella, por miedo a perderlas (porque a pesar de todo, las quería), les daba lo que le pedían.
Un día se acordó de que tenía una verdadera amiga que nunca la defraudaría. La había olvidado. Era Nuria. Se habían distanciado por una tontería hacía algún tiempo y, ahora que  se había visto sola, echó de menos su compañía, su complicidad. No nos damos cuenta de lo bueno que tenemos hasta que lo perdemos.
Decidió aprender a vivir su vida como ella quería, a vivirla con su auténtica amiga y a no darse por aludida en conversaciones, que aunque tal vez trataran de ella, sólo le ocasionaban sufrimiento. Se dio cuenta de que la vida son tres días y se propuso vivirla a su manera.
Arancha Valverde Hernández, 4º E.S.O. A