Terminar los estudios, casarse, trabajar en lo que nos gusta, formar una familia y vivir felices, no es el ideal de todo el mundo. De hecho no lo es de millones de personas, y hablo de los hikikomori.
Los hikikomori (palabra que se podría traducir al español como aislamiento) suelen ser en general adolescentes o jóvenes adultos que deciden abandonar la sociedad. ¿El motivo? Suspender un examen, abuso escolar, malos logros en el trabajo, el abandono de su pareja…
Estos, que aún se encuentran viviendo en casa de sus padres, se encierran en su habitación con llave. Se niegan completamente a salir de ella, ya que piensan que su vida no tiene sentido y que “ahí fuera” solo les espera sufrir. Su espacio está repleto de videojuegos, comics, comida, televisión, DVDs y un ordenador. Pierden sus amistades, sus estudios, se vuelven tímidos y casi duermen a lo largo de todo el día. Suelen pasar al menos unos meses, la mayoría, incluso años. Al cabo del tiempo la habitación se llena de basura de las comidas, de desorden, puede que incluso no se duchen. Cuando sus padres no se encuentran en casa, salen a buscar comida en la cocina, y vuelven a su “mundillo ideal”.
El tener un hikikomori en la familia es todo un deshonor, sobre todo para los hogares japoneses, país donde apareció este trastorno y que alberga aproximadamente dos millones de habitantes que lo padecen. Algunos psicólogos hablan de una auténtica epidemia que afecta al 10% de la población de entre quince y veinticuatro años y que en total son un 1% de la sociedad japonesa.
Pero no todos son habitantes de Japón, pues hay casos en Europa y en el resto del mundo, aunque son una minoría. Pero, ¿por qué esta enfermedad predomina en la potencia asiática? Por el estrés de vida que allí se sufre. Desde jóvenes se dejan la piel en los estudios porque sus mayores hablan de “aquel que no estudia o no sirve para ello no será nada en la vida”. Al terminar estos, comienzan a trabajar y sus vidas se basan en comer, trabajar, dormir y madrugar. Algunos, no lo soportan y es ahí cuando aparece este trastorno en general.
Un estudio elaborado por el gobierno japonés en 2002 nos dice que 3.300 antiguos hikikomoris aún no han sido capaces de abandonar totalmente sus casas aunque sí sus habitaciones.
Pero, estos jóvenes pueden tener finales más trágicos.
“Aokigahara Jukai, el mar de árboles de Japón. Un bosque casi virgen en su totalidad situado en la base del Fujiyama. Treinta y dos kilómetros de naturaleza cerrada ideal para acampar, para hacer turismo y también el lugar más idóneo para suicidarse”. Sí, así lo dice un libro. Ha vendido millones de copias y no ha sido censurado. El autor muestra preferencias por los métodos menos dolorosos y dignos para morir. Macabro. Algunos hikikomoris están tan desesperados que se deciden a leer el libro, y no por curiosidad como la mayoría de los mortales, sino para poner en práctica su propia muerte. En Aokigahara, el turista puede perfectamente encontrar pertenencias de los que allí se suicidaron e incluso sus cuerpos. La razón por la que la familia no retira sus restos es por la falta de policía que se involucre en esto. La mayoría de los cadáveres no son identificados.
Otros hikikomoris solo son depresivos que intentan salir de esta situación, y se recuperan con los años.
Esto es un testimonio de una familia con un hijo con el problema, que incluso deja que sea entrevistado:
“Nuestras prioridades eran los estudios, y queríamos que fuera a una buena escuela, tal vez le presionamos demasiado”. Los padres se sienten tan culpables que le proporcionan todos los materiales que favorecen a su aislamiento como videojuegos nuevos o comics mensuales. Pasa todo el día jugando menos cuando duerme. Lleva dos años en esa habitación y antes de que se encerrara hacía novillos, ya que asistía a una escuela intensiva por obligación y su estrés era elevado. “Por la noche está todo el mundo durmiendo y puedo estar solo” Explica por qué duerme al amanecer. Tras preguntarle por qué piensa que hay muchos con su problema en Japón afirmó que “Quizá es porque le dan mucha importancia al colegio”. Por ahora no piensa salir de su habitación.
Estos jóvenes, no volverán a tener una vida normal, al menos la mayoría, ya que se conoce un hikikomori recuperado que ahora se dedica a ayudar a otros con la enfermedad. De estos, que no volverán totalmente a vivir normal o directamente ya no viven, podemos considerar que su vida es un folio en blanco, sin alegrías, sin razones para vivir, sin memoria… Porque, la adolescencia, y ya no está, sino la juventud, es un mar de emociones, de sentimientos… Digamos, la flor de la vida. Si estas personas en lugar de disfrutarla, le dan la espalda al mundo, el mundo les dará la espalda a ellos, porque no podrán rehacer sus vidas, seguir los estudios y mucho menos, volver a la época que perdieron.
Y el porqué de tratar este tema es el siguiente: La adolescencia es una etapa muy delicada de la vida y en mi opinión, jugar con ella condiciona muchísimo el futuro. Por ejemplo, fumar a esa edad temprana provocará que, incluso cuando seas adulto, sigas fumando. Quiero decir que nuestra personalidad y gustos se fijan en esta etapa, si la omitimos como los hikikomoris, ¿qué seremos en el futuro?
No tienen a veces la culpa, puede que la mayoría de estos realmente se sometían a demasiada presión, pero yo al menos prefiero suspender un examen y estudiar más para evitar fracasos, que tirar toda mi vida por la borda. Prefiero hablar con mis padres y pedirles que me saquen de la escuela intensiva aunque los decepcione porque, de otra manera, estaría dejando mi diario en blanco.
Sara Gómez Mateo, 4º E.S.O. A
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