lunes, 6 de diciembre de 2010

¡No es justo!



Solo hacen falta segundos para que arruines la vida de tu familia, solo minutos para que arruines la tuya, solo días para darte cuenta de en qué te has convertido ¿en un monstruo, o quizás en algo sin corazón?...
Ahora solo te queda el amargo recuerdo en tu desierta mente de persona sin escrúpulos. ¿Quién iba a ser capaz de tal destrozo?...
Hay algo que nunca sabremos explicar: esa impotencia de las familias al enterarse de que ya no hay nada que hacer, familias que sufren porque, en algún momento, a alguien se le pasó por la mente un pensamiento de posesión sobre el sexo contrario, un poder de manipulación, un poder de desigualdad, un falso poder.
 No es justo que arruinen vidas ajenas. Nadie tiene derecho a hacerlo porque nadie es dueño de nadie, ¡no! Lo único que tienen es un espacio vacío en el pecho, grande o pequeño, que les marcará durante toda su existencia, que se apoderará de todo aquel “valiente” maltratador…
Estas son solamente palabras frágiles de una adolescente que no entiende por qué alguien puede sentirse tan poderoso y dueño de otro ser como para destrozar su vida llena de ilusión y esperanza que se desvanece poco a poco, día a día.
Anabel del Rey Franco, 4º E.S.O. A

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