domingo, 6 de diciembre de 2015

Recomienda un libro




En busca del libro perdido

¿Has leído en los últimos meses alguna obra que te haya encantado? ¿Te gustaría que tus compañeros pudieran descubrir también esa historia tan fascinante? Escribe una ficha con los siguientes datos:
- Título del libro:
- Autor:
- Género:
- Breve resumen de la historia: 
- ¿Por qué te ha gustado?
No olvides incluir tu nombre completo, curso y grupo. Podrás dejar tu comentario en el buzón de sugerencias de la Biblioteca. Posteriormente, publicaremos todas vuestras recomendaciones de manera periódica en el Blog "Encuentros en la palabra". 

"Porque todos somos lectores, pero algunos aún no han encontrado su libro favorito".

domingo, 22 de noviembre de 2015

A propósito de la biblioteca escolar




LA IMPORTANCIA DE LA BIBLIOTECA ESCOLAR

La importancia de la biblioteca escolar radica en que sirve para acercar los libros a la comunidad educativa y, de esa manera, favorece el gusto por la lectura. Por ello, el objetivo principal de nuestra biblioteca es el desarrollo de la lectura en las aulas, incentivando el préstamo de obras desde la propia biblioteca del centro y proponiendo actividades que fomenten el gusto por la lectura, por la escritura y, en definitiva, por los libros.
A través de este blog se darán a conocer las actividades que, a través de la biblioteca escolar, se realicen en el centro. Este espacio pretende ser un escaparate de todo lo que ocurra en el centro y que tenga que ver con los libros. Serán expuestos los trabajos de creación personal del alumnado, se convocarán certámenes literarios, se publicará periódicamente una lista de recomendaciones de obras interesantes, además de críticas literarias, actividades del día del libro o entrevistas a escritores.
Y para reflexionar sobre la importancia de los libros os dejo con el discurso que dio Federico García Lorca en el año 1931 con objeto de la inauguración de la biblioteca de Fuente Vaqueros.

DISCURSO DE FEDERICO GARCÍA LORCA AL INAUGURAR LA BIBLIOTECA DE SU PUEBLO.

“Medio Pan y un Libro”.
Alocución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Esta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada. 
No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? 

¡Libros! ¡Libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, solo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. 

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque solo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.