sábado, 26 de febrero de 2011

Cuando te veo



Cuando te veo,
una fiesta comienza en mi interior
y en mi mundo sólo existimos tú y yo.
Cuando te veo,
todo desaparece a tu alrededor
y mi corazón se convierte en un ruiseñor.
Cuando te veo,
mis pupilas encierran a mi razón
y una mariposa nace de mi ser.
Cuando te veo,
me alegras el día
y mi vida se hace utopía.
Cuando te veo,
un premio regalas a mis ojos
y un arcoíris ilumina mi camino.
Rafael J. Montesinos, 1º de Bachillerato (Ciencias Sociales)

lunes, 14 de febrero de 2011

Un encuentro inesperado


Lidia, una humilde campesina judía vivía en un pueblecito junto al mar. Era aquella una mala época, en plena Segunda Guerra Mundial, vivía con unos ancianos que la acogieron en su hogar cuando, de pequeña, sus padres la abandonaron a su suerte. Los habitantes de este pueblo eran todos judíos, y temían que el ejército alemán atacara en cualquier momento. Pese al miedo que sentían, se mantenían juntos y nadie se iba.
Pero una noche, sus temores se hicieron realidad y una decena de camiones cargados con soldados nazis aparecieron de la nada. Todos los habitantes trataron de escapar, pero la mayoría no lo consiguió. A Lidia la atraparon y la metieron en un camión. Despertó a la mañana siguiente, estaba junto a ella un soldado, que la miraba sonriente... Ella se enamoró perdidamente de él, y él también de ella, fue amor a primera vista. Estuvieron hablando durante un buen rato, Lidia, al ver que él era distinto a los demás, le pidió que fuera a vivir con ella, así que ambos se pusieron de acuerdo y cuando los nazis montaron un campamento de noche, los dos enamorados se escaparon para comenzar una vida nueva.
Ignacio Díaz Bonilla, 3º E.S.O. A

Un viaje a Europa


Hace mucho tiempo un pobre hombre llamado Zacarías vivía con su familia, que eran dos hijos muy pequeños y su padre anciano. Zacarías trabajaba en una empresa de electricidad, y ganaba un sueldo de 200 dírhams al mes, unos 150 euros. El hombre estaba cansado de su situación y decidió emigrar a Europa en busca de una vida mejor para sus hijos y para él también. Reunió un poco de dinero para el viaje y se despidió de su familia entre lágrimas.
Zacarías tomó aquella patera junto a veinte personas más y salieron al mar. Uno de los que viajaba junto a él, perdió los nervios y tuvieron que calmarlo. Después de largo viaje, por fin llegaron a España. Desembarcaron cerca de Málaga, muertos de frío y de hambre. Confusos. No sabían dónde ir. Se adentraron en un bosque y vieron, de pronto, a la Guardia Civil. Se lanzaron a correr a través del bosque cuando uno de ellos calló en un charco de agua y se rompió una pierna. Zacarías, asustado, le ayudó y pudieron escapar juntos.
Pronto viajarían a Granada y una familia los acogería en su casa. Allí les dieron de comer y consiguieron un trabajo. Por fin, Zacarías logró un trabajo digno y, al tiempo, pudo tener los papeles. Su vida se reconstruyó en este nuevo lugar pero algo le faltaba: su familia. De esta manera, sólo trabajaba para conseguir dinero suficiente para poder volver a ver a los suyos. Por fin, pudo reunir el dinero suficiente y volvió a su país. Encontró a sus hijos que se habían hecho mayores y a su padre viejo y enfermo. Pero estaba contento por volver a verlos. Después de unos meses, retornó a España con un único objetivo en su mente; quería conseguir dinero suficiente para que sus hijos pudieran reencontrarse con él en su nuevo país.
Jamal Saddiki, ESPA - P

domingo, 13 de febrero de 2011

Un sueño de amor


Y, de repente….
Desperté sintiendo su aroma,
lo sentía a mi lado,
podía intuir su melodiosa voz
a través de su respiración.
Ahora, puedo oler tu pelo
y ver tus dulces labios
aproximándose a los míos.
Y tu existencia eleva mi corazón al cielo,
porque contigo las horas son infinitas,
es como si un reloj parase cada  momento,
cada hora y cada segundo al lado tuyo.
Contigo me siento feliz…
Extrañaría no tenerte aquí a mi lado.
Tus labios sellaron los míos.
Mi interés en amarte se hizo una locura…
Cuando abrí los ojos, descubrí
que todo había sido un sueño.
Un sueño de amor eterno.
Mari Carmen Esteban, 3º E.S.O. B