jueves, 22 de diciembre de 2011

Te quiero



Te quiero,
y tu mirada espero.
Te quiero,
y sin ti me muero.
Te quiero,
y tu beso anhelo.
Te amo,
y en ti estoy pensando.
Kevin Ronda Guirado (1º E.S.O. B)

martes, 20 de diciembre de 2011

Fantasías


Cuenta la leyenda que hace muchos años, en el país de Agua Clara,  nació una princesa tan bella que incluso las mismas estrellas se inclinaban de noche a contemplar la luz de sus ojos y el candor de su sonrisa. La princesa siempre vivía embelesada en sus sueños y fantasías, esperando a que llegara el amor que tanto ansiaba.
Un buen día, cuando salía a canturrear con los pájaros del bosque que por allí habitaban, se tropezó con un joven que, enseguida, quedó prendado por su hermosura. Mas, al contrario que tantos otros pretendientes, este quería ver más allá de esa mirada azul.
El muchacho, un humilde servidor, le propuso a la princesa un juego para pasar el rato: contemplarse en silencio e intentar adivinar las virtudes y los defectos de cada uno. La princesa aceptó, entre curiosa y divertida; quería ver con qué nuevo truco iban a sorprenderla esta vez.
A la sombra de un majestuoso abeto, el lugar preferido de la princesa, los dos se sentaron, y entre risas cantarinas intentaron descifrar qué era lo que ocultaba el rostro ajeno; sus pasiones, sus miedos…
Después de pasar varias horas juntos, la princesa comprendió que no quería volver a separarse de aquel joven, que con tanta naturalidad le alegraba la existencia; había salido sin rumbo fijo, y había encontrado el amor.
Así pasaron varios años, sin un día en el que no se vieran al menos un minuto. El vínculo era tan fuerte, que ahora hasta la luna bajaba de vez en cuando a contemplarlos.
Pero, la felicidad…, dura poco. El joven campesino llegó un día absolutamente consternado: lo habían destinado a la guerra. A pesar de que amaba a la princesa con toda su alma, no podía desistir de cumplir con su deber. La princesa juró que lo aguardaría eternamente, pues solo él sabría dónde encontrarla.
El día de la partida, la voz se corrió por todo el reino. La princesa tenía mucho que hacer. Primero, construyó unas murallas prácticamente indestructibles en torno a su corazón; después, puso centinelas bien armados y dispuestos en cada esquina; la tercera barrera, era un laberinto; la cuarta, un armazón de cristal.
El primer necio que intentó llegar hasta ella, se encontró con los fuertes muros, e intentó traspasarlos con todo lo que a su alcance estaba. Consiguió abrir un boquete, pero ello le había llevado demasiado tiempo, y agrandarlo le iba a costar mucho más. Una voz pusilánime le preguntó: ¿Qué busca aquí dentro, señor? A lo que el necio contestó: Una princesa que aguarda el amor. Y la voz rectificó: Ni yo soy ya princesa, ni aguardo yo el amor; hace mucho lo encontré, y ahora finjo que estoy viva mientras espero a que a mí regrese. Siendo así, el necio se giró en redondo, y se fue.
El segundo era astuto, pero de pobres proporciones. Cavó un túnel bajo tierra y cruzó la primera barrera. Sin embargo, nada más levantar cabeza, los soldados lo descubrieron e iban a acabar con él, pero antes de hacerlo, la misma voz le preguntó: ¿Qué busca aquí dentro, señor? El astuto contestó: Respuestas; quiero saber qué se esconde tras esta fortaleza. La voz dijo ahora: Yo te alivio tus dudas, pues has de saber que aquí solo estoy yo, o al menos lo que de mí queda. No hay tesoros, y se esfumó mi belleza, pues las lágrimas me han dejado la piel seca. El astuto fue perdonado por los guardias; nunca más osó acercarse a aquel lugar.
El tercero era un bravucón intimidante, pero de poco seso. Aprovechó el hoyo cavado por el caballero astuto y, al cruzar la muralla, derribó a todos los soldados de un solo golpe. A pesar del logro, que le proporcionó una repentina euforia, se encontró con un laberinto interminable y agotador. Ya estaba el bravo aturdido y muy lastimado, pues llevaba varios días intentando encontrar una salida, cuando la voz le preguntó: ¿Qué busca aquí dentro, señor? El bravo contestó: A la mujer que necesita alguien como yo. La voz rectificó: Lo que hay más adelante no es una mujer, ni un hombre, ni un ser; es algo que ha perdido toda esencia e identidad; por lo tanto, no necesita nada más que vuelva el causante de tal espantoso dolor, pues solo en sus manos está el remedio a tanta tristeza. Muy decepcionado, el bravo se abrió paso a través del laberinto, que se había abierto para mostrarle el camino de vuelta.
Así pasaron muchos años, y ninguno consiguió llegar hasta la princesa.
Un día de sol, el joven campesino regresó, y fue consciente de hasta qué punto su confianza había sido bien depositada.
Se acercó, pesaroso por el aire melancólico que allí se percibía, e intentó reflexionar sobre la situación: él no era todo lo persistente que quisiera, ni todo lo inteligente que podría llegar a ser, ni todo lo fuerte que necesitaba para llegar hasta su objetivo. No tenía, a simple vista, ninguna cualidad aparente, salvo aquellas que la princesa le había hecho ver en su día:
-Tú eres completamente distinto a los demás; eres sincero, y tu alma es tan pura y transparente como el agua. Por eso sé que nuestras almas son un puzzle, y que siempre seré tuya, aun en la muerte.
El joven confió en sí mismo; no sabía cómo, pero tenía que recuperar lo perdido. Se sentó frente a las murallas, cerró los ojos y se dispuso a esperar, esperar, esperar, esperar…
Varios días transcurrieron, hasta que la voz le preguntó: ¿Qué busca aquí, señor? El campesino contestó: Me busco a mí, o al menos, a esa parte de mi alma que hace tiempo aquí dejé abandonada.
La princesa al escuchar la contestación enseguida supo de quién se trataba, mas habían transcurrido tantos años de reclusión y aislamiento, que ahora no sabía cómo salir de su propio escondite. Así pues, guardó silencio.
El joven, frustrado, trató de entender lo que ocurría, y como guiado por un impulso, situó sus manos sobre la fría piedra y comenzó a hablar:
-No ha habido noche, ni día, en que no te tuviera presente entre tanta agonía.
Al pronunciar estas palabras, las murallas se empezaron a desintegrar. Dos lágrimas recorrieron el rostro del campesino, que intentaba recordar cuánta amargura había padecido hasta poder al fin, volver junto a ella y hacerla feliz.
-No había norte, ni sur, ni este ni oeste; no había oxígeno que respirar; los minutos no eran minutos; las horas no eran horas sin aquel, de mi sueño, tu mirar.
Al escuchar tal confesión, los soldados se arrodillaron y lo dejaron pasar.
-Y ahora que tan cerca te tengo, que tan cerca se encuentra mi aliento del tuyo, siento que vuelvo a respirar.
El laberinto se hizo ceniza y se abrió una ancha vereda que conducía a la última de las barreras: el armazón de cristal tras el cual se hallaba su amada.
-Te quiero.
Sus mágicas palabras derritieron el cristal como si fuese hielo.
El joven divisó, al final de un extenso camino, a la joven sentada en una hamaca sin levantar la cabeza, y avanzó hacia ella todo lo deprisa que pudo, situándose a dos metros de su figura. Lentamente, la princesa alzó la vista, y sus preciosos ojos azules de antaño estaban  cubiertos de tiernas lágrimas.
Ambos habían envejecido, pero, bajo las arrugas, contemplaron los mismos miedos, las mismas pasiones…que aquella tarde bajo el abeto.
Marina Jiménez Saldaña (1º Bachillerato)

Mi hermano




Hermano, tú me has guiado,
me has ayudado,
en los momentos difíciles
me has consolado.
Me ayudas y me cuidas
y me coges de la mano;
estoy muy emocionado
de tenerte como hermano.
Ismael Martínez Milán (1º E.S.O. B)

¿Qué soy yo?


Párate. Escucha. Hay un silencio cargado de significado que a todos acontece, que tan pocos advierten. Fúndete por un instante en la inmensidad de la noche, cargada de respuestas ajenas a cuanto conocemos. Mira tu reflejo y dime qué ves. La cuestión no es el quién; nombres y apellidos son insuficientes para describir tal complejidad.
Quizás la ciencia, en su afán por abarcar todo lo tangible, sea capaz de acercarse a lo que tantos años a ti te lleva encontrar, a veces sin éxito; para la que eres un conjunto de reactivos químicos, hormonas y sinapsis, que determinan tu carácter, tus miedos y pasiones. Si es así, puede que tu razón te lo dicte como tal, mas si no, solo el corazón puede anular la ceguera de la que estamos presos, no tú, ni yo; todos.
No nos destacamos más que por el lenguaje, la forma antropomórfica o la simple capacidad argumentativa; hay algo más. El hecho de querer entregar tu vida por alguien, aun a sabiendas de que no te espera nada más allá salvo la infinita penumbra y el sueño interminable, de sentir que la alegría nos inunda el pecho al ver el progreso, contando más que con aquellos que humanos se consideran, es algo relativamente a tomar cuenta.
¿Y qué soy? ¿Qué eres tú? Amigo mío, esa será la pregunta que nos acompañe el resto de nuestra existencia, pues sobrepasa el límite a la definición de hombre.
Marina Jiménez Saldaña (1º Bachillerato)

sábado, 17 de diciembre de 2011

Comentario crítico sobre “Esmeralda”



     Yo creo que los mejores cuentos no son esos que tienen muchas imágenes y poco texto. A mí me gustan los de verdad, como el de Esmeralda, esos que te llegan al corazón o simplemente te enseñan algo que parece inútil pero después te sirven para aprender a ser mejor.
     Este relato nos habla de la importancia del amor en nuestras vidas, porque solo él rompe las fronteras y puede llegar a hacer milagros.
    Quien vive sin conocer el amor, porque no quiera conocerlo, es que está muy mal de la cabeza; pero quien vive el amor, sí puede decir que ha sido feliz. ¿Por qué? ¿Qué sería un humano sin sentimientos?
    Yo creo que sería un cuerpo inerte que vaga por la faz de la Tierra.
Alejandro Camús Valdivieso (1º E.S.O. B)

El amor


     El amor, qué paradoja, ¿no? Cuatro insignificantes letras que, juntas, hacen de sí la palabra más preciosa del mundo.
     ¿Qué es amor? Se preguntarán algunos. El amor es un sentimiento distinto a cualquiera, es un sentimiento especial. El amor es algo que nadie ha sabido definir con perfección, bueno, y sin perfección tampoco. Podría estar hablando del amor horas y horas, pero, por mucho que me esfuerce, no saco nada en concreto; no me quedo con una definición exacta para luego aplicarla a una explicación. Yo pienso que el amor es inexplicable, simplemente porque nos hace sentir emociones inexplicables también. El amor empieza cuando ves perfecto algo que no lo es. Es una frase típica quizás, pero, es cierta.
     Perfecto no significa que no tenga ningún defecto, es, que a tus ojos, todos los defectos son cubiertos por virtudes, a veces insignificantes para cualquiera, excepto para ti. Es tan grande el sentimiento, que sobrepasa dieciocho mil veces a lo malo. Puedes conocer a alguien, y en solo dos minutos, enamorarte, y es ahí cuando empiezas de cero.
     Puedes rectificar con esa persona los errores que cometiste en amores anteriores. ¿Que no llega? Espera. A veces lo bueno se hace esperar.
     Y bueno, pues concluir con que aunque parezca inútil y sea una mera opinión de una de las mil millones de personas que hay en el mundo, yo creo que no soy el único que piensa así... Y ya está. Que por favor, améis, porque de verdad, de corazón, es lo mejor.
César Escribano Flores (1º E.S.O. B)

Comentario crítico sobre “Esmeralda”


     Este cuento transmite realidades como la de que los abuelos siempre están ahí cuando los necesitas, como es el caso de la abuela de los dos niños protagonistas del relato “Esmeralda”. Los abuelos te quieren mucho, te apoyan y también te cuentan esos cuentecillos que se transmiten de generación en generación y te hacen pensar.
     Siempre hay moralejas en cada uno de ellos, como en el cuento de Esmeralda que nos habla del poder del amor, que no tiene fronteras.
Pero tampoco podemos confundir la fantasía con la realidad. No te vas a enamorar de un animal, o convertirte en sirena, como Esmeralda, por el amor de un delfín; pero sí, a lo mejor, de un asiático y puedes dejarlo todo por esa persona.
     Aunque los cuentos sean fantásticos y no podamos creer todo lo que nos dicen son ejemplos que nos sirven para que nos hagamos una idea del mundo que nos rodea.
María Ortiz Martos (1º E.S.O. B)

Comentario sobre el poema "Cuerpo o alma"


El poema habla de una realidad: somos nuestra alma. El cuerpo no es más que una basta y mortal armadura que la cubre y la protege por su fragilidad. Los sentimientos son tan poderosos que a veces cuesta mostrarlos y se ocultan. Tras un rostro sereno pueden estar latentes, deseosos de salir, pero no lo permitimos. Ni siquiera nosotros entendemos por qué los protegemos así. Realmente nos hacemos daño. De esta forma nos autodestruimos por dentro, hasta que todo esto se nos manifiesta a través de emociones, deseos, alegrías o penas. Nuestra alma es la que siente, nuestro cuerpo el que revela. Cuando algún día haya armonía entre ambos, podremos ser felices, sin miedo alguno, mostrando nuestro interior.
Ángeles Jordán Soriano (3º E.S.O. A)

jueves, 8 de diciembre de 2011

Comentario de “Cuerpo o alma”

Esas señales que ponen tu piel de gallina, hacen que la sangre suba a tus mejillas para colorearlas de un dulce color rosado; esas que cortan tu aliento y paran el sonido de tu voz; esas que te hacen sentir el aire como agua ardiendo donde puedes nadar sin temor a ahogarte; esas reacciones que aparecen con una simple sonrisa, una palabra o un recuerdo, no las experimenta tu cuerpo aunque así lo creas. Es un pequeño grandioso ser que habita en los confines de tu interior. No tiene cuerpo, pero se apodera del tuyo para hacer de las sensaciones una melodía celestial. No son las partes de tu cuerpo la raíz de esos sentimientos. El origen está en el alma, la gran creadora y destructora, la ciega e iluminadora, la invisible y la omnipresente. Ella es la que te domina. Esto es lo que Gloria quería decir con esta obra, que no se ama con el cuerpo sino con el alma.

Marina García Montoya (3º E.S.O. A)

sábado, 3 de diciembre de 2011

Comentario crítico de "En busca del unicornio" (Juan Eslava Galán)


Juan Eslava Galán, en la narración de las aventuras de su honorable personaje ficticio, Juan de Olid, nos muestra en esta novela, En busca del unicornio, hasta qué punto es capaz el ser humano de aguantar todas las adversidades imaginables por defender lo que cree correcto y luchar por alcanzar sus metas.
En contraposición a esta perspectiva apasionada y dispuesta ante la vida, en la novela se describe a la perfección la incultura e insensatez que reina en lugares tan cercanos a España, y a la vez tan lejanos; mundos totalmente distintos, tanto en cultura como en clima como en progreso o como en sentimientos.
El autor utiliza una sintaxis realmente bien elaborada, responsable del toque estilístico. Me parece increíble cómo juega con factores tan diversos, pues en una misma obra incluye escenas humorísticas, fantásticas y extremadamente dramáticas, con lo cual hace que el lector quede prendado de la historia desde la primera página.
Con respecto a todo lo relacionado con negros y moros, querría recalcar que actualmente la situación marcha mucho mejor, y ni las gentes ni los lugares son tan simples como los describe el autor; ya no hay tanta guerra, tanta ignorancia y, lentamente, vamos consiguiendo mejor sanidad y educación para estas personas.
Al final del relato, que no llega a ser final del todo, Juan queda destrozado y totalmente abatido tras saber que el motivo por el cual ha peleado y sufrido incesantemente durante tanto tiempo ya no existe: han perecido su rey, su amo, y su amada. Es entonces cuando se pregunta: ¿qué he hecho con mi vida? ¿Quién soy? ¿Adónde voy?
Estas son preguntas que todo el mundo se hace alguna vez, preguntas existenciales, cargadas de valor y profundidad.
Sin embargo, es cierto que no todos somos como este protagonista que crea Eslava Galán en sus líneas; no todos persistimos tan firmes e insistentes tras aquello que más ansiamos. Nos quedamos a medias, sin completar la cuesta arriba de la que nos habla el mito de Sísifo, ya sea por miedo acabar mal, por desconfianza en uno mismo, por no saber exactamente lo que se quiere o simplemente por exceso de holgazanería, factor muy común en la adolescencia. Hoy día, por desgracia, es muy difícil que haya gente que ni siquiera se parezca un poco a Juan de Olid.
Pero el mundo no tendría nada de especial sin amor, sin pasión, sin celos, sin envidias…Y es que las emociones, ya sean buenas o malas, dan el jugo a esta vida humana. Y, aunque muchas veces subsistamos a base de falsas ilusiones, como Juan, son estas el combustible que nos permite salir adelante, seguir, encontrarle un sentido a nuestra existencia. Es ahí donde reside todo: en encontrarnos a nosotros mismos y aprender a ser felices con lo que nos ha tocado.
Para mí, el protagonista cometió muchos errores, pero de entre ellos, el principal reside en que prefirió llevar a sus hombres a una muerte segura por cumplir con su deber, antes que vivir su propia vida.
El deber y el querer entran a menudo en conflicto, mas, aun así, toda persona ha de aprender cuándo uno es omisible y cuándo lo es el otro, a no ser que prefiera perderse en el sendero de la incertidumbre y cometer así  la más absoluta equivocación.
Marina Jiménez Saldaña (1º de Bachillerato)

Cisne negro


Date la vuelta. Observa cómo la cándida noche te envuelve. De tu espalda afloran las alas negras que te hacen transformarte en aquella otra mitad que está enterrada en el subconsciente y que lucha por salir a la superficie y someterte. No quiere estar encerrada en las entrañas de la pureza y de la frigidez. Quiere ser la parte dominante de la consciencia diurna y nocturna. Sagaz en sus métodos de sometimiento, tales que la locura aparece en la mente dividida ahora por lo angelical y lo demoníaco. ¿Qué pasa de ser real a ser síntoma de esquizofrenia? He hecho mi mejor interpretación, he sido capaz de adaptar mi papel a la realidad, de convertir mi actuación en mi vida. Yo soy ahora el cisne negro y lo que queda del blanco grita en el interior de mi ser para evitar la dominación del mal que me llevó al suicidio más fortuito e inimaginable.
Yeray Escribano Flores (2º Baxchillerato)

martes, 29 de noviembre de 2011

Cuerpo o alma




No es mi garganta la que grita tu nombre en la penumbra,
no son mis labios los que te llaman,
no son mis ojos los que te buscan,
no es mi piel la que hierve o se congela en tu presencia.
¿Qué es entonces lo que dibuja tu silueta en mi memoria?
¿Qué es lo que transforma en tatuaje
cada una de tus palabras y cada uno de tus silencios?
¡Calla! ¡No respondas! Creo que empiezo a adivinarlo…
Es un duende que habita en el reino de los sueños,
que juega caprichoso a transformar el anhelo en realidad,
la bruma en luz cegadora, la escarcha en devoradora llama…
¡No! No es un mago quien te ha creado, soy yo misma sin rostro ni voz.
Es mi espíritu quien, desde su celda,
se arroja al abismo de tu indescifrable mirada,
de tu corazón parapetado, intransitable,
escarpado como poderosa roca aniquiladora.
No es mi cuerpo el que desea tu cuerpo,
no es él quien te llama, quien te busca y quien te nombra en la penumbra.
No es mi cuerpo quien te ama, es mi alma.
Gloria Langle Molina