sábado, 3 de diciembre de 2011

Comentario crítico de "En busca del unicornio" (Juan Eslava Galán)


Juan Eslava Galán, en la narración de las aventuras de su honorable personaje ficticio, Juan de Olid, nos muestra en esta novela, En busca del unicornio, hasta qué punto es capaz el ser humano de aguantar todas las adversidades imaginables por defender lo que cree correcto y luchar por alcanzar sus metas.
En contraposición a esta perspectiva apasionada y dispuesta ante la vida, en la novela se describe a la perfección la incultura e insensatez que reina en lugares tan cercanos a España, y a la vez tan lejanos; mundos totalmente distintos, tanto en cultura como en clima como en progreso o como en sentimientos.
El autor utiliza una sintaxis realmente bien elaborada, responsable del toque estilístico. Me parece increíble cómo juega con factores tan diversos, pues en una misma obra incluye escenas humorísticas, fantásticas y extremadamente dramáticas, con lo cual hace que el lector quede prendado de la historia desde la primera página.
Con respecto a todo lo relacionado con negros y moros, querría recalcar que actualmente la situación marcha mucho mejor, y ni las gentes ni los lugares son tan simples como los describe el autor; ya no hay tanta guerra, tanta ignorancia y, lentamente, vamos consiguiendo mejor sanidad y educación para estas personas.
Al final del relato, que no llega a ser final del todo, Juan queda destrozado y totalmente abatido tras saber que el motivo por el cual ha peleado y sufrido incesantemente durante tanto tiempo ya no existe: han perecido su rey, su amo, y su amada. Es entonces cuando se pregunta: ¿qué he hecho con mi vida? ¿Quién soy? ¿Adónde voy?
Estas son preguntas que todo el mundo se hace alguna vez, preguntas existenciales, cargadas de valor y profundidad.
Sin embargo, es cierto que no todos somos como este protagonista que crea Eslava Galán en sus líneas; no todos persistimos tan firmes e insistentes tras aquello que más ansiamos. Nos quedamos a medias, sin completar la cuesta arriba de la que nos habla el mito de Sísifo, ya sea por miedo acabar mal, por desconfianza en uno mismo, por no saber exactamente lo que se quiere o simplemente por exceso de holgazanería, factor muy común en la adolescencia. Hoy día, por desgracia, es muy difícil que haya gente que ni siquiera se parezca un poco a Juan de Olid.
Pero el mundo no tendría nada de especial sin amor, sin pasión, sin celos, sin envidias…Y es que las emociones, ya sean buenas o malas, dan el jugo a esta vida humana. Y, aunque muchas veces subsistamos a base de falsas ilusiones, como Juan, son estas el combustible que nos permite salir adelante, seguir, encontrarle un sentido a nuestra existencia. Es ahí donde reside todo: en encontrarnos a nosotros mismos y aprender a ser felices con lo que nos ha tocado.
Para mí, el protagonista cometió muchos errores, pero de entre ellos, el principal reside en que prefirió llevar a sus hombres a una muerte segura por cumplir con su deber, antes que vivir su propia vida.
El deber y el querer entran a menudo en conflicto, mas, aun así, toda persona ha de aprender cuándo uno es omisible y cuándo lo es el otro, a no ser que prefiera perderse en el sendero de la incertidumbre y cometer así  la más absoluta equivocación.
Marina Jiménez Saldaña (1º de Bachillerato)

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