domingo, 14 de noviembre de 2010

Luchadora


Teresa había nacido para luchar. Se quedó muy joven sin padres y empezó a ganarse la vida como costurera. Necesitaba dinero para atender a su hijo Manuel, que había  nacido sin ningún pan bajo el brazo y sin padre que se ocupase de él. Vivían en un pequeño apartamento que Teresa se podía permitir. Mientras ella trabajaba, Manuel se quedaba en el colegio y por las tardes se iba con su vecino hasta que su madre iba a recogerlo. Manuel era diabético. Al principio su padre tenía el suficiente dinero para pagar sus medicinas, pero, al poco tiempo David, su padre, murió debido a un cáncer de  pulmón.
Manuel podía vivir gracias a las donaciones de sus vecinos, pero Teresa seguía frustrada por la muerte de su marido y por no poder ayudar a su propio hijo. Fue cuando se unió al grupo de costureras del pueblo. Le arrebataron a Manuel. Decían que el niño no sobreviviría si seguía con esas condiciones de vida. Teresa quería morirse. ¿Por qué le pasaba todo esto a ella? ¿Acaso había hecho algo tan malo para que Dios quisiera castigarla de tal modo? No lo comprendía. Pero tenía que luchar como siempre lo había hecho. Tenía que recuperar a Manuel.
Hubo muchos juicios. En todos ellos se decía que tendría que conseguir una casa más grande donde cupiesen los dos, tendría que tener siempre los medicamentos de Manuel a mano y en suficientes cantidades. Para todo ello necesitaba dinero, y no lo tenía pero lo conseguiría.
Montó una empresa de costura donde enseñaba el oficio a los más pequeños y vendía sus diseños a empresas más importantes. Pasaron dos años antes de tuviera el dinero necesario para comprarse una casa y lo que sacó vendiendo su antigua casa lo guardó para el cuidado de su hijo.
Cuando por fin decidieron que Manuel podía vivir  con ella, Teresa sintió una gran satisfacción al tenerlo a su lado y al ver que desaparecían todos sus problemas. Sabía que en el futuro se encontraría con más, la vida siempre está llena de ellos, pero no se puso a pensar en eso, ya les haría frente más adelante.
Nunca pienses en los malos momentos del pasado ni en lo que te deparará el futuro. Simplemente, vive el presente.
Marina García Montoya, 2º E.S.O. A

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