miércoles, 17 de noviembre de 2010

El mundo subterráneo de Orbliq



Clara tenía el don de ver el futuro. Lo descubrió cuando era una adolescente. Era una chica de León, tímida y callada.
Un miércoles de un frío enero, iba Clara camino del instituto, cuando, de repente, empezó a hacer calor, mucho calor, pero que mucho calor…
-¡Qué calor hace!- pensó Clara- ¡Pero si estamos en enero!
Clara no se explicaba qué podía pasar, pero, al caminar dos metros, ya sí. Había caído un gran meteorito que había destruido, más o menos, la mitad de la ciudad, y había un gran incendio. Fue a acercarse un poco y, tuvo un delirio: vio cómo se acercaba una tormenta a gran velocidad desde el centro del Océano Atlántico hasta León, y la terminaba dejando enteramente destruida.
Salió lo antes posible de la ciudad. Estuvo corriendo toda la tarde y, por la noche, encontró una casa de un granjero, le contó lo sucedido, y la dejó dormir allí.
Por la mañana salió temprano en busca de cualquier ciudad o pueblo al que ir para contarlo. Aunque, en medio del camino, había una sombra con la silueta de una persona, pero no la vio, así que empezó a asustarse. Luego, comenzó a oír una voz grave y ronca que salía de esa sombra, la saludó y le dijo que fuera con ella. Clara se negó y la sombra le estuvo explicando lo ocurrido: que Orbliq, mandó la catástrofe y ella tenía que desactivarla y derrotarlo.
La sombra le ofreció la mano a Clara, ella la puso en el suelo, donde estaba la mano, y fue abducida a otro mundo, igual, pero más oscuro. Preguntó que dónde estaban, y la sombra respondió que en el mundo que había más interno del núcleo interior de la Tierra, el mundo de las sombras, un lugar imposible de llegar, a no ser que una sombra te llevara.
Estaban allí porque en ese lugar vivía Orbliq. La sombra estuvo hablando sobre lo que tendría que hacer y, cuando lo entendió todo, se puso manos a la obra. Ella le dio unas botas con las que correría más, y un sable de lava, con el que lucharía contra Orbliq.
Primero tenía que ir a la plaza y desactivar los mecanismos que originarían la catástrofe, luego ir al Ayuntamiento y romper los permisos de Orbliq para ordenar la destrucción y, finalmente, derrotarlo.
Mientras corría hasta la plaza, iba teniendo visiones de las cosas que pasarían y las iba esquivando. En poco tiempo estaba allí, así que se dirigió hacia el controlador de catástrofes, pero, cuando iba a teclear el código,  apareció la gran sombra de un león. Desenfundó su sable de lava y luchó contra él hasta que tuvo la visión de que clavándole el sable en la pata acabaría con él .Tecleó el código y fue al Ayuntamiento.
Allí estaba la sombra del alcalde, que lanzaba trombas de chorros de un líquido negro, como el petróleo, y lo derrotó embistiéndole con la velocidad que consiguió en las botas, pues eso contempló en la visión. Rompió el certificado y ya tuvo la visión de dónde estaba exactamente el descampado donde tendría que enfrentarse a Orbliq.
Salió de la ciudad y vio que había un lago, así que esprintó lo más rápido posible y anduvo sobre el agua hasta llegar allí.
Orbliq, era un hombre que medía unos 2 metros, tenía un gran casco que sustituía su cabeza y un mandoble gigante. Empezó lazando una descarga de fuego que Clara consiguió esquivar. Ella aprovechó esa oportunidad para acercarse rápidamente y clavarle el sable en la espalda. A continuación, le quitó el casco de una patada y Orbliq, se giró y empujó  a Clara tan fuerte que la llevó al lago. Ella se hizo mucho daño, así que solo podía darle un golpe más y eligió ponerse enfrente de él, fintarle, y cortarlo en dos con el sable. Y eso hizo.
Al fin, todo terminó. La sombra apareció por arte de magia al lado de Clara, le dio la enhorabuena, y la teletransportó a su casa. Allí todo estaba intacto y la sombra se despidió de ella. Así, finalmente, Clara pudo volver a hacer una vida normal.
Álvaro Blanes Rodríguez, 1º E.S.O. A

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