Querida Sophy: anhelo tus besos sabrosos como la miel en este momento de angustia y dolor. Sólo lucho con la esperanza de volver a tu lecho, pero debo pensar en ti: tengo que mantener la mente fría para la batalla que se avecina. Estoy en mi tienda, afilando mi espada con tesón, con la esperanza de que cumpla mejor su cometido: derramar la sangre troyana. Nuestra campaña se está alargando más de lo previsto. ¡Es impresionante lo mucho que luchan los soldados por un trapo de tela de colores! ¡Carece de sentido!
Ahora he de partir al campo de batalla… ¡Que Zeus se apiade de mis enemigos, porque yo no lo haré!
Tu prometido que te ama:
Rafael José Montesinos Hernández, 4º E.S.O. A
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