En esta locución de Federico García
Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros, en Granada, se valora muchísimo el libro, como
símbolo de la cultura. Y es que al enseñar no solo saciamos al curioso, sino
que además se previenen conflictos. Una persona con vasta cultura tiene una
capacidad inmensa de salvar obstáculos, por eso, afirmo con convicción que la
gran mayoría de los problemas de este mundo se solucionarían instruyendo
correctamente a los afectados con conocimientos académicos; el resto se
evitarían con una adecuada educación moral a edades tempranas, pues es sabido,
que el árbol cuando solo es un tallo es fácil hacerlo crecer derecho, mas si
esperamos en demasía, corremos el riesgo de no poder cambiar, ni con la mejor
de las técnicas, lo que el tiempo y la circunstancia han creado. Hoy en día
podemos presumir con gran satisfacción de que tenemos “el saber” al alcance de
la mano, ya sea en forma de libros, profesores, internet…
El problema es que solo nos quedamos
en eso. Tenemos la posibilidad de aprender, pero no la voluntad de hacerlo. Sin
embargo, cuando por alguna extraña razón nos esforzamos y sacrificamos por
aprender algo y ello da sus frutos, nos embriaga una abrumadora alegría que nos
invita a tener curiosidad y a seguir explorando en los asombrosos campos del
conocimiento. La realidad es que el “hambre” por saber de la sociedad actual se
basa en el lema: si no es útil, no lo quiero. Por eso los estudiantes, como
producto de no encontrar respuesta a la pregunta “¿Y esto
para que me va a servir a mí?” Optamos por memorizar con el único fin de reproducirlo
en un examen. Es cierto, muchos de los conocimientos que adquirimos a lo largo
de nuestra vida no son prácticos, pero, cuando nos llaman la atención quedan
grabados a fuego y cuando no nos interesan los desechamos sin darles el más
mínimo valor. Para aumentar nuestro interés por aprender es bueno saber que el
cerebro es un músculo, y al igual que otros se puede ejercitar, aunque sea con
peso muerto y aparentemente inútil, para posteriormente afrontar mejor los
desafíos que requieran mayor esfuerzo o consideremos más transcendentes. Triunfaron
los videojuegos bajo la bandera “entrena tu mente” y su raíz nace de este mismo
principio: trabajar con información banal para estar preparado ante la
importante. Por eso debemos convencernos a nosotros mismos de que leer un libro
no representa ningún sacrificio y recordarnos que en esta vida ávida de
existencia nunca el tiempo es perdido, mas puede ser mal aprovechado.
Rafael José Montesinos Hernández (2º Bachillerato)
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