El cielo
azul quedó en la memoria. Los bosques solo están en los libros de historia. Las
bandadas de pájaros ya son un mito. La valentía ha huido. La positividad cayó
por el abismo. Este es un mundo rico en pobreza. La empatía solo pensó en ella
misma y se fue. Ya no hay mejores sino peores amigos. Todos somos diferentes,
ahora, todos somos iguales.
Limamos
la Tierra hasta dejarla en cueros, indefensa, avergonzada. Somos una plaga de
piojos sobre un seco paraje. Nos convertimos en caníbales y queríamos ser el
más fuerte, acabar con todos. Pero nos equivocamos. Como inconscientes que
somos, no supimos que sin nadie no somos nada. No pensamos que echaríamos de
menos la húmeda arena. Creímos que con un suelo de cemento y una atmósfera de
ceniza era suficiente. Había ansia de poder y el poder es lo que nos
reconfortaría después de la destrucción. Pero no fue así. Somos miles de
millones y estamos solos, maldiciendo nuestra codicia, Contra todo pronóstico
la ilusión se apagó. Somos los restos de una gran evolución. Y como todo
sobrante, debe ser eliminado o en él proliferarían bacterias. Sí, somos
bacterias chupa-vida que antaño vivíamos en el gran globo azul, rebosante de
vitalidad.
Marina García Montoya (3º E.S.O. A)
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