viernes, 18 de mayo de 2012

Edad dorada


El cielo azul quedó en la memoria. Los bosques solo están en los libros de historia. Las bandadas de pájaros ya son un mito. La valentía ha huido. La positividad cayó por el abismo. Este es un mundo rico en pobreza. La empatía solo pensó en ella misma y se fue. Ya no hay mejores sino peores amigos. Todos somos diferentes, ahora, todos somos iguales.
Limamos la Tierra hasta dejarla en cueros, indefensa, avergonzada. Somos una plaga de piojos sobre un seco paraje. Nos convertimos en caníbales y queríamos ser el más fuerte, acabar con todos. Pero nos equivocamos. Como inconscientes que somos, no supimos que sin nadie no somos nada. No pensamos que echaríamos de menos la húmeda arena. Creímos que con un suelo de cemento y una atmósfera de ceniza era suficiente. Había ansia de poder y el poder es lo que nos reconfortaría después de la destrucción. Pero no fue así. Somos miles de millones y estamos solos, maldiciendo nuestra codicia, Contra todo pronóstico la ilusión se apagó. Somos los restos de una gran evolución. Y como todo sobrante, debe ser eliminado o en él proliferarían bacterias. Sí, somos bacterias chupa-vida que antaño vivíamos en el gran globo azul, rebosante de vitalidad.
Marina García Montoya (3º E.S.O. A)

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