viernes, 18 de mayo de 2012

Comentario crítico distinto a un poema de Juan Ramón Jiménez


Larga pesadumbre ha sufrido el distinto a lo largo de toda la historia. Objeto de continuas críticas, reproches, burlas y mofas aquel librepensador que no pasaba por el aro y se atrevía a romper las cadenas del status quo y decir alto y claro lo que pensaba. Aunque, solo los verdaderamente valientes han sido capaces de hacerlo y digamos… no han salido muy bien parados. Basta con observar el ejemplo del científico y astrónomo italiano Galileo Galilei. Su firme convicción de que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al contrario como la tradición llevaba siglos y siglos manteniendo, le costó la vida. El alzarse contra la equivocada Inquisición bien le valió la vida. ¿Qué ocurrió con el filósofo griego Sócrates? Exactamente lo mismo. Acusado de “pervertir a la juventud” fue envenenado con cicuta, cuando lo único que había hecho era haber proporcionado a las personas fundamentos para que pudieran pensar por sí mismas y no dejarse llevar por lo que otros decían e inconscientemente aceptaban como certero. Les dio las herramientas necesarias para que pudieran ser ellos mismos, que ellos crearan sus propios valores sin ampararse en creencias ajenas.
Tras haber citado algunos ejemplos significativos podemos vislumbrar cómo la historia no ha tratado demasiado bien al diferente. Es más en cuanto ha visto que se salía un poco de la fila, ha ido contra él para evitar que el cuidadoso sistema urdido a lo largo de tantos y tantos años se derrumbara. Uno de los más deleznables actos de ignorancia que han ido en contra de la evolución humana, anclando, por ejemplo, el sistema científico en unas técnicas arcaicas y rudimentarias hasta hace relativamente poco. No ha sido hasta hace unos años cuando parece que la mentalidad humana ha ido abriéndose camino, en general, hacia unas consideraciones mucho más tolerantes y algo más avanzadas. Hemos aprendido a PENSAR y a REFLEXIONAR. Y gracias a ello, somos capaces hoy en día de no mirar al que no viste como nosotros, al que no es de nuestro entorno, al que piensa diferente y a todo aquel que antaño era considerado como “anormal”, como un “bicho raro” que debe ser eliminado para preservar “la adecuada moral humana”. ¿Y cuál es esa adecuada moral humana si puede saberse? ¡Quién cuernos lo sabe! ¿Quién se encuentra en posesión de la batuta mágica de la vida para decidir si un estilo vital es mejor o peor que otro? Esta cuestión la planteamos, por supuesto, suponiendo que no se vulneran ni la integridad ni la dignidad de las personas. Aquellos pensamientos que atentan contra la vida, como por ejemplo, cualquier tipo de violencia, sí debe ser rechazado inmediatamente.
Puede ser, sin embargo, que todavía el diferente sea “el raro” aunque otras consideraciones se suman a este concepto: creativo, rompedor, imaginativo, etc. El que decide por sí mismo, el que opta por dirigir su vida sin esperar a que otros lo hagan, lo que manifestaría un importante y preocupante grado de heteronomía moral, es, a fin de cuentas, el más libre de todos.
Yeray Escribano Flores (2º Bachillerato)

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