Larga pesadumbre ha sufrido el
distinto a lo largo de toda la historia. Objeto de continuas críticas,
reproches, burlas y mofas aquel librepensador que no pasaba por el aro y se
atrevía a romper las cadenas del status quo y decir alto y claro lo que
pensaba. Aunque, solo los verdaderamente valientes han sido capaces de hacerlo
y digamos… no han salido muy bien parados. Basta con observar el ejemplo del
científico y astrónomo italiano Galileo Galilei. Su firme convicción de que era
la Tierra la que giraba alrededor del Sol y no al contrario como la tradición
llevaba siglos y siglos manteniendo, le costó la vida. El alzarse contra la
equivocada Inquisición bien le valió la vida. ¿Qué ocurrió con el filósofo
griego Sócrates? Exactamente lo mismo. Acusado de “pervertir a la juventud” fue
envenenado con cicuta, cuando lo único que había hecho era haber proporcionado
a las personas fundamentos para que pudieran pensar por sí mismas y no dejarse
llevar por lo que otros decían e inconscientemente aceptaban como certero. Les
dio las herramientas necesarias para que pudieran ser ellos mismos, que ellos
crearan sus propios valores sin ampararse en creencias ajenas.
Tras haber
citado algunos ejemplos significativos podemos vislumbrar cómo la historia no
ha tratado demasiado bien al diferente. Es más en cuanto ha visto que se salía
un poco de la fila, ha ido contra él para evitar que el cuidadoso sistema
urdido a lo largo de tantos y tantos años se derrumbara. Uno de los más deleznables
actos de ignorancia que han ido en contra de la evolución humana, anclando, por
ejemplo, el sistema científico en unas técnicas arcaicas y rudimentarias hasta
hace relativamente poco. No ha sido hasta hace unos años cuando parece que la
mentalidad humana ha ido abriéndose camino, en general, hacia unas
consideraciones mucho más tolerantes y algo más avanzadas. Hemos aprendido a
PENSAR y a REFLEXIONAR. Y gracias a ello, somos capaces hoy en día de no mirar
al que no viste como nosotros, al que no es de nuestro entorno, al que piensa
diferente y a todo aquel que antaño era considerado como “anormal”, como un
“bicho raro” que debe ser eliminado para preservar “la adecuada moral humana”.
¿Y cuál es esa adecuada moral humana si puede saberse? ¡Quién cuernos lo sabe!
¿Quién se encuentra en posesión de la batuta mágica de la vida para decidir si
un estilo vital es mejor o peor que otro? Esta cuestión la planteamos, por
supuesto, suponiendo que no se vulneran ni la integridad ni la dignidad de las
personas. Aquellos pensamientos que atentan contra la vida, como por ejemplo,
cualquier tipo de violencia, sí debe ser rechazado inmediatamente.
Puede ser, sin embargo, que todavía
el diferente sea “el raro” aunque otras consideraciones se suman a este
concepto: creativo, rompedor, imaginativo, etc. El que decide por sí mismo, el
que opta por dirigir su vida sin esperar a que otros lo hagan, lo que
manifestaría un importante y preocupante grado de heteronomía moral, es, a fin
de cuentas, el más libre de todos.
Yeray Escribano Flores
(2º Bachillerato)
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