Alto, moreno, con el pelo largo y negro oscuro, musculoso, inteligente, fuerte y hábil.
Prinfo era un campesino troyano bendecido por el dios Zeus por haber salvado a su hijo Heracles de una muerte cierta a manos de un gran pulpo, pero esa bendición tenía un efecto negativo y es que era inmune a todo, excepto al sonido de un arpa que poseería el dios Hades. Esa arpa le traería la muerte con sólo escuchar su melodía.
Prinfo viajó y vivió numerosas experiencias: luchó contra poderosos ejércitos, contra terribles monstruos, y se convirtió en un guerrero, una leyenda de su tiempo.
Un día el rey romano Julio César se enteró de sus heroísmos y lo llamó ante él. Julio César le propuso que se uniera a su ejército, pero Prinfo se negó. Entonces, Julio, por el desagravio recibido, quiso matarlo en un duelo del que salió malherido. En ese momento el dios Poseidón le contó lo del arpa y que estaba custodiado por el dios Hades, en el reino de los muertos.
Hades consintió en entregarle al rey el arpa a cambio del tesoro más grande de su imperio. Y Julio César, removido por la venganza, aceptó la oferta de Hades.
A las pocas semanas tendieron una emboscada a Prinfo, en la que Julio César se puso a sonar el arpa. Sin embargo, como para él la fortuna más grande de su imperio era, precisamente, el salir siempre victorioso y dicho tesoro se lo había entregado a Hades, entonces el arpa no sonó y Prinfo acabó con él y con todo su imperio.
Joaquín Rodríguez del Águila, 2º E.S.O. B
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