Dolor, maldito dolor, que quebrantas las vidas de inocentes..., pero, ¿para qué reclamar una felicidad no aportada al mundo que nos vio nacer?
Dolor, maldito seas, con tu amargura y tu pincelada gris y opaca; venganza cruel...
Dolor, maldito por siempre. Yo te odio.
Acabo de ver las noticias, amigos y amigas.
No sólo me han mostrado cuerpos sin vida, ojos sin luz, corazones rotos...
He podido ver a través de esa gente, que tan inocentemente iba a visitar a un familiar, al cine, a hacer la compra...
Destrucción, frustración..., sólo dolor.
Ahora mi alma está quebrantada, pero lo que más me duele es que esta desgracia pronto será un recuerdo.
Por favor, que estas letras no queden en simple letras...
Cerrad los ojos, escuchad sus llantos, su amedrentada alma..., olvidaos de vuestros simples problemas por un instante y compartid su dolor, sentidlo..., aunque su núcleo se hospede recientemente en la otra parte del mundo.
Pensad en vuestros hijos, hermanos, amigos, padres..., vuestro hogar, vuestro ser.
Y dedicad a esas personas, que como tú y como yo madrugaron una mañana para ir a trabajar, un minuto de silencio.
Marina Jiménez Saldaña, 3º E.S.O. A
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