Ya en los primeros albores del alba, surge la duda.
Siempre hay un debate: el día o la noche,
el que lee un libro o el que bebe ponche.
¿Somos nuestros? La respuesta es muda.
La insignificante alma, ayudada por Neruda,
puede ser digna o no de un broche.
Buscar quién eres no tiene ni tendrá reproche.
Seguir, perseverar, te hacen ruda.
Siempre hay libertad, tentación:
o ser como la avara Celestina
o ser cual Quijote atormentado.
“Siempre habrá mil preguntas y un futuro”,
dice Papa experimentado, con tesón,
“Sé tú, no un pajarillo traído y llevado”.
Marina Jiménez Saldaña, 3º E.S.O. A
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