sábado, 1 de octubre de 2011

Jueguetes sexistas


Juguetes sexistas, sí, un modo bien efectivo de dirigir el pensamiento humano por dos vías iguales y paradójicamente distintas: la femenina y la masculina.
Puede que los fabricantes, los mismos empresarios, no sean conscientes de su negocio ni de las consecuencias que a la larga conlleva, pero también los hay que intuyen, e incluso admiten deliberadamente, la posibilidad de que su trabajo nos haga retroceder al pasado.
Todos saben que las niñas y niños son “esponjas”, libros en blanco que esperan a que su primera página se llene de “agentes externos”. Qué mejor forma de plantar el germen de las tendencias sexistas en sus pequeñas mentes que con juguetes.
Alejandro Ayaso es un padre que se preocupa por el progreso de una sociedad en igualdad y respeto, ya que si no, no se indignaría tanto antes sucesos, como los que protagonizó su hija, educada en igualdad de géneros, a la que se negó, a la salida del colegio, recoger unos juguetes que regalaban porque eran de “niños”. Tendría que esperar hasta el día siguiente en que se repartirían los de las “niñas”. Aparentemente de forma indirecta, tienden a condicionar las mentes de los más inocentes por medio de un sencillo juguete.
Muchas veces, el autor habla en plural: “Cuál fue nuestra sorpresa...”, dándonos a entender que no solo él estaba indignado, sino también el resto de padres y madres del Centro.
A pesar de que no utiliza un léxico muy culto, Alejandro Ayaso expresa muy bien sus ideas acerca de la igualdad de sexos, tema con el que me hallo totalmente de acuerdo. Sin embargo, la persona que hoy día no ve a un gay o una lesbiana con ojos de respeto e igualdad, es considerada inculta y anticuada; incluso la palabra “maricón” se considera ya un tabú.
¡Qué diferencia con los siglos pasados! ¿No?: “La mujer debe adorar al hombre como a un dios. Cada mañana debe arrodillarse, nueve veces consecutivas, a los pies del marido y, con los brazos cruzados, preguntarle: Señor, ¿qué deseáis que haga?” (Zaratustra, filósofo persa, siglo VII a.C.). “La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer es, por tanto, un hombre inferior.” (Aristóteles, siglo IV a.C.).
Desde estas citas ridículas, arcaicas y ciertamente humillantes para el concepto de raza humana, puesto que se nos considera seres “racionales”, a mensajes como: “El hombre no es más que lo que la educación hace de él” (Kant), “En Política, si quieres que algo sea dicho, pídeselo a un hombre… pero si quieres que algo se haga, pídeselo a una mujer” (Margaret Thatcher), Nadie te puede hacer sentir inferior sin tu permiso” (Eleanor Roosevelt), observamos un gran avance.
En mi opinión, sí que ha habido una mejora. Ahora, de un niño que juega con muñecas se dice que puede ser un buen padre; antes, esa actitud de cariño era motivo de vergüenza para muchas familias y, por tanto, automáticamente censurada. Le diría al autor que, efectivamente, hay que seguir luchando por esa igualdad, pero también hay que elogiar los logros (no son pocos) que antes parecían inalcanzables: la mujer en el trabajo, la vestimenta igual para ambos sexos, los derechos compartidos, el respeto mutuo..., y, en definitiva, una mejor sociedad para TODOS.
Marina Jiménez Saldaña (1º Bachillerato)

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