Escarabajos egipcios,
tus ojos de luz sincera.
De gran pianista, las manos,
como sutil primavera.
¡La luna media no brilla
más que tu sonrisa escueta!
¿Y por qué fue el conocerte?
¿Una mera coincidencia,
destino, capricho , azar,
suerte, la vida y sus vueltas?
Lo que importa es ser feliz;
quizá yo no te merezca.
¡Me veo tan poca cosa
frente a tu inmensa grandeza!
Es que tu mirada alumbra,
desnuda la peripecia.
Tu voz es la que me embruja,
tu música es la que llena.
Tan sufrida, tan valiente,
tan señora, tan espléndida.
El regalo más hermoso,
tu única amistad, perfecta;
poder ser tu confidente;
decir que eres la más bella;
sentirte, amarte sin más.
Un Universo de estrellas:
eso y mucho más eres,
mi dulce amiga Manuela.
Claro, no pienso perderte.
¡Y pobre del que te hiera!
No sufras ni tengas miedo.
Yo cuidaré tu ceguera
(aunque veas más que nadie).
Gracias doy por tu existencia.
¡Qué consuelo tener algo
así de especial, tan cerca!
Tú ya sabes que es verdad,
que te adoro sin enmiendas.
Y por siempre y frente a todo,
te quiero, amiga Manuela.
Marina Jiménez Saldaña, 4º E.S.O. A
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