Déjate abatir, al final del día
no muestres respeto, no muestres valía.
Gira la cabeza, baja el rostro al suelo,
camina y disponte: Acabas de perder el duelo
de tu vida.
Mientras tanto el bosque clava sus espinas
en tu espalda; yace un nido de hormigas
que prenden de muerte; el claro ahora es oscuro.
Cuando las serpientes bufen, lancen lenguas
La espada se alzará
por encima.
Tu familia cristalina se torna turbia, sucia.
Ahogada por la tierra, voraz enemiga
Que mata lentamente la vida y las vidas
que tanto querías
y querían.
María Montero Curiel, 2º E.S.O. A
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