sábado, 16 de marzo de 2013

El misterio del reloj del tiempo




Hace mucho tiempo, en un pueblo cercano a Londres, vivía una niña llamada Alicia que siempre estaba con su mascota, un perro de raza pastor alemán al que le puso Rex. La vida de Alicia era la de una niña cualquiera: iba al instituto, volvía, hacía la tarea, salía con sus amigas, dormía y, a la mañana siguiente, vuelta a empezar.
Su vida cambió completamente cuando un día ella y Rex fueron a pasear por el camino que siempre recorrían, aunque Alicia notó un breve cambio: una pequeña casa que nunca había estado allí apareció de la nada. Por su aspecto, se notaba que era vieja y antigua. Alicia y Rex decidieron entrar. La puerta se abrió sola con un leve chirrido que daba muy mala espina. Registraron las habitaciones y no había nada, solo polvo, polvo y más polvo. Rex encontró una pequeña cajita con una nota: “Ábrela con una llave que solo tienes tú”. Aquella llave era la que tenía en su pulsera. Dentro había otra nota con un reloj: “¡Hola! Soy Dani, el niño que habitaba en esta casa. El reloj, que supongo que tienes, esconde un gran secreto que solo la persona elegida, tú, puede descifrar. Este reloj es capaz de viajar en el tiempo, tanto hacia el pasado, como hacia el futuro. Si ahora tienes miedo, no te preocupes, Alicia. Desde el principio sabía que eras tú, puesto que yo también viajé al futuro y vi la llave de tu pulsera. Sigue las instrucciones que hay Dentro del reloj y descubre por qué te lo he dado a ti. Adiós. Hasta pronto”.
Alicia quedó petrificada, no sabía si alegrarse por ser poseedora de ese objeto mágico o tener demasiado miedo por el contenido de la carta, pero Rex estaba igual de asustado. Se pasó dos días encerrada en su habitación intentando averiguar cómo funcionaba aquel reloj. Rex lo cogió, giró la tuerca con los dientes hasta ponerlo en el punto en que ponía: "época de los dinosaurios" y lo apretó con la pata. Al segundo, los dos se encontraban en un gran campo lleno de animales raros, caballos más bajos de lo normal, lagartos tan grandes como edificios, tortugas con pinchos... ¡eran dinosaurios! Alicia dijo: “¡En serio! Se supone que yo soy la elegida y va un pastor alemán y lo descifra en nada de tiempo. ¡Esto es increíble!”
Rex ladró y le lamió la mejilla. A lo lejos se veía una pequeña nota escrita por Dani: “¡Hola otra vez! Creo que has descifrado el misterio del funcionamiento del reloj, continúa con el viaje”. Alicia se quedó un rato mirando a los dinosaurios hasta que uno se dejó acariciar. Fue la mejor experiencia de su vida, pero tuvo que seguir viajando en el tiempo. Viajó por muchas épocas: el Paleolítico, el Neolítico, la Edad de los Metales, la Edad Moderna, la Edad Media, pudo formar parte de la revolución Francesa, y pudo navegar en el barco de Colón para descubrir América. Cada vez el viaje le gustaba más. Era como jugar a un juego pero sin la comodidad de tu casa, y por supuesto, era real. Era como un sueño hecho realidad.
El reloj al final le empezó a gustar, por ser un reloj que nadie, excepto ella, podía tener.
Sin embargo echaba de menos su casa, a su madre, a su padre y aunque no se lo creyera, también echaba de menos a su hermano. Por lo menos tenía a Rex, que era como un amigo para ella, que le hacía compañía y no la dejaba sola ni un momento. Los dos disfrutaban de la naturaleza tan verde que en la ciudad no había.
Pronto llegaron al final de su viaje donde había un gran árbol con  una hoja clavada en el tronco: “ ¡Hola Alicia! Soy Dani, aunque creo que lo imaginarías. Has llegado al final de tu viaje. Y una cosa, antes de nada, no te sientas avergonzada porque tu perro Rex supiera manejar el reloj. Hay veces que tan nerviosos nos ponemos, que incluso parece que nuestra mente va disminuyendo. He estado pensando en tu recompensa y será el reloj que creo que te gustará. Siento haberte hecho dar tantas vueltas para quedarte con algo que tenías desde el principio, pero creo que te será útil ya que hay veces que, por decir una frase que solo pensabas, has deseado que la tierra te tragara. También en algún momento de la vida te gustará algún chico, harás tonterías y luego te dará un ataque de vergüenza. Yo siempre lo solucionaba diciendo que me había entrado el pavo o que le había echado mucha azúcar a la leche, pero será mejor utilizar el reloj. Aunque si lo prefieres puedes volver a disfrutar de este viaje por todas estas épocas con Rex. Eso sí, disfruta del poder del reloj y también de tu vida, que el tiempo es oro y la vejez no se puede arreglar con el reloj”.
Alicia se emocionó con estas palabras y volvió a su época con Rex e hizo lo que le dijo Dani, porque es verdad que la vida hay que disfrutarla y no perder ni un segundo de ella. Vivirla de una manera feliz.
Isabel Morales Tripiana,  1º E.S.O. A

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