El viento
tardó en traer
los ojos
que me inspiraban
que entre
lágrimas bailaban
en el
triste amanecer.
La arena
no tardó en ser
tu dorada
piel morena
atada a
la luna llena.
El mar se
llevó aquello,
que un
día era tan bello,
atado a
una cadena.
María Ortiz Martos, 2º E.S.O. B
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