lunes, 15 de octubre de 2012

Carta de amor




Hola camarada:
Estoy en tu parque, sí, el parque de la inspiración. He vuelto aquí para encontrarme contigo, amigo. Primero fui a tu casa. No había nadie así que corrí impulsada por un instinto hasta llegar a este lugar, tu lugar preferido en el mundo entero. No te encontrabas en el banco del fondo, pero sí tu misiva. Solo un trozo de papel arrancado de tu libreta. Tus trazos, tu alma... Solo una oración: "Ya no me quedaba nada aquí, así que fui a vagar por el mundo y entonces quizás pueda encontrarte."
El peso de la frustración es más grande de lo imaginado. Sí, te echo de menos hermano de espíritu. Sabías que iba a dejar de lado mis tontos y solitarios viajes para venir a encontrar la paz aquí. Siempre lo has sabido todo. Eres el aire que le falta a mis pulmones.
Observo fijamente la luna diurna mientras el crepúsculo le quita protagonismo para después dejarla en pleno apogeo de luz y oscuridad. Es otoño y el viento azota fuerte. Las hojas amarillas me golpean el rostro y las marrones raspan el suelo, pero no me despiertan de mi ensoñación. Solo tú serías capaz de hacerlo. Hace frío y el constante flujo de sentimientos en mi espina dorsal es mi único abrigo. Quiero una anestesia general de los sentidos pero no funciona el desgarrador choque de aire helado. Es como una caricia. No lloro, solo canto la melodía que tantísimo me recuerda a ti. La gente me mira. Bailo a mi peculiar manera. Quizá esté loca. ¿Y qué?
Como ya habrás visto, mi carta está en el revés de tu nota, pero todas estas palabras se resumen en algo mucho más breve y parecido a lo tuyo: Aquí no te encontré, así que regresé a explorar el vasto mundo, pero esta vez, para buscar a mi buscador.
Hagamos de nuestros viajes una única ruta, la del amor incondicional. No la del amor en pareja, ni de amigos, ni de nada que pueda ser nombrado y descrito. Lo verdadero siempre tendrá sombras de duda acerca de su causa o motivos, más aun de su nombre. Y no desaparece a pesar de no poder ser nombrado.
Te pido perdón por darme cuenta de esto tan tarde y porque ello te haya causado el más mínimo daño. Sigue buscándome. Yo ya nunca dejaré de hacerlo.
Marina García Montoya, 4º E.S.O. A

No hay comentarios:

Publicar un comentario