Estaba nerviosa, me temblaba cada parte de mi
cuerpo y mi corazón palpitaba más deprisa, y todo esto por la simple tontería
de haber quedado en el parque con ese chico que me tenía enamorada.
En esos momentos tenía miles de sentimientos. Me
sentía a la vez nerviosa y eufórica, e, incluso, tenía miedo de que no saliese todo
tal y como esperaba. Y de pronto aparece a lo lejos él, con esa sonrisa
perfecta.
Para mí el tiempo se paró, hasta que noté sus
cálidos labios en mi mejilla en forma de saludo. Ahí fue donde comenzó nuestra
historia.
Rosa
García García, 2º E.S.O. B
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