Érase una vez, en un tiempo pasado y no recordado, vivía Ágazor, un
niño de 12 años cuidado por Broll, un noble druida íntimo amigo de sus padres
que murieron en extrañas circunstancias.
Un día, el chico se fue con Broll a una isla llamada Dreamlands,
situada en el mar de Cthulu, donde conoció a una preciosa muchacha llamada
Dafne. Un día paseando por el bosque unas extrañas criaturas se la llevaron sin
que él pudiera hacer nada.
Desesperado, Ágazor pidió ayuda a Broll, le contó lo sucedido y este le
dijo que sus padres murieron por la misma causa. El chico, a la vez que
entristecía, se ponía rabioso, así que le preguntó a Broll qué podía hacer para
vengar a Dafne y a sus padres. Broll prometió que con sus poderes y astucia
prepararía una armadura para asaltar el castillo de aquellos arrogantes
monstruos. A Ágazor le gustó la idea y se pusieron manos a la obra: hizo un
yelmo de hierro, una pechera de acero, unos guantes de oso y unas botas,
también iba armado de una ballesta de flechas de plata y una espada de acero.
Acto seguido debía buscar un medio de transporte y qué mejor que
Tridente, un gran, fuerte y ágil caballo. Ya que era un valiente, ágil, fornido
y preparado caballero, estaba listo para cumplir su misión. Al día siguiente,
al amanecer, se equipó, se alzó sobre Tridente y partió en busca de Dafne, que
según Broll se encontraba en el castillo de Hamphsire.
Tras dos largas horas de viaje, llegó a su destino. Una barra de hierro
sujetaba la puerta del castillo, así que desenvainó la espada y la partió en
dos. Nada más entrar vio a un monstruo, en concreto un Menofleg, una criatura
con cabeza de lobo, torso de gorila, garras de águila y patas de ciervo. Ágazor
se escondió detrás de una columna, atrajo al Menofleg con el sonido de sus brazaletes
y le hincó una flecha de su ballesta en la yugular.
Siguió su camino a través del castillo hasta que llegó a una gran sala,
en la que, a su parecer, no había ningún monstruo, hasta que un Wamp, una
criatura de ocho patas y cabeza de trol, se le abalanzó desde el techo. Ágazor
utilizó el propio peso de la monstruosa criatura para hincarle la espada en el
corazón y así acabar con él.
Entonces, prosiguió su camino hasta que vio unas escaleras por las que
subió. Ya arriba, vio una habitación tenebrosa, giró el picaporte y de repente,
un Ghoul, el monstruo más fuerte y temido de todos le embistió con sus garras.
Ágazor no se quedó quieto, así que le metió la espada por la garganta y le pegó
un flechazo en el ojo, acto seguido, el monstruo murió.
Dentro estaba Dafne, le dio un beso y pensó: “Lo he logrado, he matado
a los monstruos, he liberado a Dafne, a Dreamlands y he vengado a mis padres”.
Fin.
Pablo Salazar Úbeda, 1º E.S.O. A
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