domingo, 23 de mayo de 2010

A Marina Jiménez Saldaña


Escondes el mar en tu mirada,
escondes el mar en tu nombre,
su inmensidad en tu alma,
su murmullo en tus susurrantes palabras.
Escondes su calma en tu semblante,
su fuerza en tu aparente fragilidad.
Marina, marinera de agua salada
que cura las heridas.
Marina dulce y nítida como tu piel transparente,
como tus ojos de amor.
Escondes el mar en tu mirada,
en tu nombre y en tu alma,
Marina, mar.
Eres el símbolo de lo que más amo,
de lo único que me transporta
a paraísos de paz y armonía.
Cuando me sumerja en su frescor,
sentiré que estás conmigo.
Cuando escuche el sonido de sus olas,
recordaré tus palabras de aliento.
Cuando mire al horizonte,
sabré que estás ahí, lejos pero cerca, muy cerca.
Marina, mar, amor,
¡qué parecidas suenan las palabras de lo auténtico,
de lo verdadero, de lo más hermoso!
Marina, mar, amor, gracias por existir.
Gloria Langle Molina

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