lunes, 5 de abril de 2010

Clavos en la prosa


De nuevo, el dolor y la alegría se presentan en nuestras ordinarias vidas...
Pero más intensamente.
Nadie te cree, nadie te escucha, nadie te entiende...
Sólo entonces buscas consuelo, algo en ti que no esté muerto.
¡Qué fácil es olvidar!
Sin embargo, no siempre se pueden ocultar las verdades,
siguen estando ahí, latentes.
Cuando no eres nada, cuando los grises de tu mundo se tornan negro...
El espíritu acude.
Pero esto, es difícil de percibir e imposible de explicar.
El coraje, la esperanza, la fe... ¿Surgen en nuestro interior?
El miedo, la ira, el rencor... ¿De dónde vienen?
Preguntas sin respuesta que ni los sabios saben contestar.
La sangre que fue derramada, las heridas que nunca llegaron a sanar pues siguen presentes
en algunos corazones... Todo fue una realidad, que, por temor, no sabes aceptar.
Ayer, vivió. Hoy, vive. Mañana, vivirá.
Porque el esfuerzo de los pasos que hieren el alma recuerdan que hay algo por lo que luchar.
Y Él... Más hermoso y resplandeciente que cualquier estrella del amplio firmamento, más viejo que cualquier mar, más sabio que todos los humanos juntos...
Nos indica el camino.
Pero eso nunca es suficiente, porque nosotros nunca estamos satisfechos...
Ver para creer.
Pues yo digo: sentir para poder ser.
Ojalá alguien descubra la farsa de la que somos presos...
Ojalá alguien descubra en lo humano esta terrible ceguera.
Marina Jiménez Saldaña, 3º E.S.O. A

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