martes, 17 de noviembre de 2009

Píramo y Tisbe (final alternativo)


Tisbe, al ver a la leona, cae de rodillas al suelo paralizada por el miedo. El felino se acerca a ella relamiéndose la boca, preparándose para saborear el inminente bocado. Un sudor frío cae de la frente de la muchacha que tiembla de terror pensando en que no volverá nunca más a ver a su amado. El animal olisquea su presa. Ésta, al no soportar la tensión, se desmaya y pierde el conocimiento. La fiera, guiada por su instinto, se marcha pensando que está muerta.

Después de unos minutos llega Píramo. Al ver a la muchacha tirada en el suelo con manchas de sangre en el vestido provocadas por el roce con la leona y huellas de una fiera a su alrededor, su rostro se transforma en el icono de la angustia y del sufrimiento. Intentando mantener la mente sosegada para no cometer ninguna locura, corre hacia ella y le comprueba el pulso. Él, al ver que aún hay vida en sus venas y que no está herida, se repone del susto y la lleva en brazos a la fuente. Allí le salpican unas gotas de agua en el rostro que está apoyado en su regazo. Al instante ella despierta y los dos se funden en un esperanzador beso. Sus almas se unen convirtiéndose en una sola, por medio de sus labios, mientras su poderosa mano mesa los largos cabellos de la que pensaba muerta.

Los dioses, al ver tan conmovedora escena, se enternecen y, llevados por su divina compasión, ayudan a huir de su tierra natal a los enamorados, por miedo a que sus padres los separen. En el país vecino encuentran el lugar ideal para criar a sus hijos y allí se quedan avivando la llama de su amor.

Rafael José Montesinos Hernández, 4º E.S.O. A

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