Por fin he decidido escribir mi última experiencia terrorífica que sucedió la pasada noche.
Me dirigía a tirar la basura más tarde que de costumbre, pues me entretuve viendo una película. Las calles estaban desiertas. De pronto, a lo lejos, veo unas personas extrañas, me paro y observo. Bah, están jugando al fútbol. Sigo acercándome. ¡Ay de mí, cuando descubro lo que están usando como balón! No es posible, ¡qué horror! A cada patada salpican trozos. Mi sangre se hiela, un escalofrío recorre mi espalda, mis pupilas se dilatan, trago saliva… Gracias a Dios no me han visto. Rápidamente me oculto tras unos arbustos. Son diez. Muchos de ellos tienen en las manos unos objetos relucientes que gotean. ¡Oh, no, se están girando! ¡No, por favor, no, van a verme! Intento huir, pero mi cuerpo no me responde: tengo los músculos agarrotados, mi pierna pesa demasiado, no puedo caminar. Temblando, una gota de sudor recorre mi frente. Se están acercando. Escucho un ruido metálico. Los pasos cada vez suenan más cerca. Intento volver la cabeza pero, no puedo, tiemblo demasiado. Están detrás de mí. Mi corazón se acelera. Siento su agitada respiración en mi nuca, los cabellos se me erizan. Alguien me agarra del cuello, noto algo punzante en mi espalda… Por fin me despierto, respiro profundamente. Todo fue un sueño.
Miro a mi alrededor. Es un sitio muy oscuro, esto no es mi habitación. Veo a dos de ellos. No, no puede ser. Viene hacia mí, camina lentamente, intento escapar…,no puedo, estoy atado. No, por favor, no lo hagas…
Rafael José Montesinos Hernández, 4º E.S.O. A
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