miércoles, 11 de noviembre de 2009

Juani

Juani había empezado a leer una novela unos días antes. Esa misma noche la seguiría leyendo. Se dejaba interesar por los personajes, los lugares...

Empezaba a anochecer y Juani se dispuso a leer. Sentada en su butaca del patio, rodeada de árboles y con su diamante. Retenía en su memoria los nombres de los personajes; metida en su novela ella fue testigo del primer encuentro en la casa blanca. Primero entraba el hombre asustado, pero dispuesto a hacer lo que se disponía a hacer. Después entraba la mujer furiosa y malvada. Se disponían a planear su gran robo. Primero el hombre le explicaba la estructura de la casa, cómo debía entrar y quién había en ella. La mujer escuchaba atentamente. Todo estaba planeado, el diamante debía ser de ellos. A la hora precisa y en el momento preciso la mujer se dirigió hacia la casa y el hombre la esperaba en el coche. La mujer abrió la puerta con su horquilla, el perro no estaba, se dispuso a entrar. Primero la cocina, después el salón y luego una puerta. Esa puerta dirigía a un patio, pero... sí, desgraciadamente, ese no era el patio que ella buscaba. Algo había salido mal, pero ¿qué? Se giró y se dio cuenta de que la última puerta no era esa que había otra más. Se metió en la última puerta y efectivamente allí estaba el patio, la butaca, los árboles, y la mujer con su diamante.

Aránzazu Valverde Hernández, 3º E.S.O. A

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