martes, 20 de diciembre de 2011

¿Qué soy yo?


Párate. Escucha. Hay un silencio cargado de significado que a todos acontece, que tan pocos advierten. Fúndete por un instante en la inmensidad de la noche, cargada de respuestas ajenas a cuanto conocemos. Mira tu reflejo y dime qué ves. La cuestión no es el quién; nombres y apellidos son insuficientes para describir tal complejidad.
Quizás la ciencia, en su afán por abarcar todo lo tangible, sea capaz de acercarse a lo que tantos años a ti te lleva encontrar, a veces sin éxito; para la que eres un conjunto de reactivos químicos, hormonas y sinapsis, que determinan tu carácter, tus miedos y pasiones. Si es así, puede que tu razón te lo dicte como tal, mas si no, solo el corazón puede anular la ceguera de la que estamos presos, no tú, ni yo; todos.
No nos destacamos más que por el lenguaje, la forma antropomórfica o la simple capacidad argumentativa; hay algo más. El hecho de querer entregar tu vida por alguien, aun a sabiendas de que no te espera nada más allá salvo la infinita penumbra y el sueño interminable, de sentir que la alegría nos inunda el pecho al ver el progreso, contando más que con aquellos que humanos se consideran, es algo relativamente a tomar cuenta.
¿Y qué soy? ¿Qué eres tú? Amigo mío, esa será la pregunta que nos acompañe el resto de nuestra existencia, pues sobrepasa el límite a la definición de hombre.
Marina Jiménez Saldaña (1º Bachillerato)

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