Esta historia que voy a contar es cotidiana, como el sol de la mañana, en esta historia hay un padre de familia que envidia lo que otros tienen. Él tiene el estrés como costumbre y una rutina en su oficina en la que se hunde.
Hoy su jefe ha sido duro y, decidido al ver cómo trabaja, le amenaza con el despido. Él se pone a pensar y se emociona con recordar lo que quiso ser y nunca ha sido. A partir de ahora su autoestima está dañada, su ilusión vestida en negro, todo esto le supera, tiene demasiados malos tragos anclados en su pobre cerebro. Para olvidar, se busca un bar en el que mezcla tragaperras con cerveza, y su mente se libera. Cuando este hombre no tiene más dinero, sube a casa sin ningún humor y sin alegría. Cuando llega, se encuentra con que su mujer duerme y su comida ya está fría. La mujer, al escucharlo llegar, se levanta de la cama, ya que sabe que si ha tardado tanto es que ha tenido un mal día. Ella lo intenta animar pero, al final, discuten y, tras el humo de una colilla, él la insulta, la humilla y le marca el puño en su mejilla. Su mujer como siempre, calla y consiente y se encierra a llorar en el baño hasta que escucha que el marido se acuesta.
Todo esto ella lo sufre cada día, hasta que al final, definitivamente, le cambia su pobre vida. Su marido se fue a trabajar y ella quedó con sus amigas. Otro día más les volvió a mentir, diciendo que ese moratón le salió al golpearse con algo mientras limpiaba. Ellas, como siempre, se lo creen, ya que lo último que pensarían es que ese marido, que tan bueno parece ser, le podría hacer algo así. La pobre mujer tiene la mala suerte de llegar a su casa por la noche después de divertirse un poco, cosa que casi nunca se permite .Ella llega en mal momento y se encuentra a su marido vaciando una botella, ya que intenta olvidar que lo acaban de despedir. Pero de repente, su furia se despierta como un relámpago y, sin decir ni una sola palabra, le golpea en el estómago, Y luego chillando le dice:
-Tú vuelve a llegar tarde y no entrarás por esa puerta.
Ella se sujeta el estómago y lo mira con la mirada muerta y una gran herida abierta. Esto resultó ser el peor final que pudo dar a su vida, Al perdonarle a ese hombre cada golpe, ahora ella está desangrándose y a punto de morir. Él se sujeta la cabeza con las manos y diciendo un te quiero, un perdóname, no fue mi intención, ve como en sus manos muere la persona que más quiere. Ahora ese mal nacido se arrepiente de todo. Quiere volver al pasado pero no se acuerda del calvario que a su mujer hizo pasar, todos los gritos y portazos que él provocó y todos los moratones que le hizo sin luego ni arrepentirse. Él la trató como una escoria, como su saco de boxeo, con el que descargarse. Pensaba que ella era solo suya y la trataba como un objeto.
Después de demasiado pensar, la policía llega, ve la terrible escena y lo encarcelan por un tiempo, que no vale ni un cuarto de la vida que ha quitado. Con suerte en cinco años estará fuera, aunque mató a su mujer.
Así acaba la terrible historia del maltrato. Al final todas terminan así, si no son denunciadas a tiempo, y yo me siento bastante mal, ya que como esto depende de cada persona y del respeto que se le tenga a la mujer, me siento inútil por no poder ayudar más que mirando por mí mismo.
Antonio Álvarez Rodríguez, 4º E.S.O. A