miércoles, 16 de noviembre de 2011

Comentario de “La huella”


Vida simple. Amigos. Familia. Estudios. Trabajo. Cosas que van bien, cosas que van mal. Que brillan o que no. Universo limitado de secretos ya descubiertos.
Un día una luz aparece por el horizonte. El astro más reluciente que jamás hayas visto. Lo ilumina todo. Cada estrella que antes brillaba con tenue luz, ahora resplandece. Esa fortísima luz hace crecer tu universo que creías pequeño e ilumina para ti rincones escondidos. Acaricia tu piel pero no te quema, pues es la más dulce y agradable de las sensaciones. Los colores son vivos y de vida te llenan al verlos. Pero lo que más deseas en ese momento es a ese astro que en tu universo ha entrado, por el que dejarías todo, ese que ha traído consigo al amor.
El día en que se fugue su presencia, todo se apagará, incluso lo que brillaba antes de que llegase a tu discreto reino. Todo estará oscuro. La noche sin estrellas dominará tu mundo sin que puedas hacer nada para evitarlo. Ya no sentirás ese calor que tu piel tanto agradecía. Tendrás frío y estarás ciego. Sin luz, toda belleza carecerá de sentido. El sitio donde antes reinaba ese maravilloso astro ahora será ocupado por el infinito vacío, un vacío que no se puede rellenar con nada, pues como Gloria quiere expresar en el relato de “La huella”, el amor verdadero es lo último que se olvida.
La fuerza de ese amor, ya ha sido mencionada por muchos autores, como Emily Brontë en Cumbres Borrascosas. Catherine le habla a Nelly, su ama de llaves, de Heathcliff. Le dice así: «Si perecieran todas las demás cosas pero quedara él, podría seguir viviendo. Si, en cambio, todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, el mundo se me volvería totalmente extraño y no me parecería formar parte de él».
No puedes saber lo grande y maravilloso que es ese mágico sentimiento hasta que no lo tienes y a veces hasta que lo pierdes. Seguramente no sea posible explicarlo con palabras, ni existen suficientes adjetivos para describirlo, ni siquiera suficiente espacio el mundo entero para expresarlo y plasmarlo. Todo eso y más es el amor. Aunque, ¿cómo voy a saberlo yo? Tan grande, y no ha llegado.
Marina García Montoya (3º E.S.O. A)

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