viernes, 21 de diciembre de 2012

Querido Nadie




Soy Gema Boga Magaña y le escribo desde el Instituto I.E.S. Albaida. Soy una alumna de 3º E.S.O., y quiero felicitarle por el libro Querido Nadie, que me proporcionó mi profesora.
Es una lectura que considero muy apropiada para los jóvenes, ya que ayuda a que todos nos demos cuenta de cómo hay que hacer las cosas para no equivocarnos, que en la vida no se puede ir tan rápido y sin pensar en las consecuencias que tiene el quedarnos embarazadas con 16 años.  Le doy las gracias por ayudarme a reflexionar y a ser algo más consciente en este tema.
 Un saludo afectuoso. Espero con gran ilusión su respuesta.
Gema Boga Magaña, 3º E.S.O. A

A la atención de María Dueñas




Buenos días.
Soy Juan Francisco García, un alumno del I.E.S. Albaida, en Almería, estoy en 1º de Bachillerato y tengo 16 años. Llegué a su obra por recomendación de nuestra profesora de Lengua y Literatura, Dª Encarna Salguero.
Me gustaría, primero, felicitarla por el éxito obtenido en esta novela que tan favorablemente han valorado los críticos y, en segundo lugar, desearle el mismo éxito en libros venideros.
Empecé su novela con ilusión, pero hasta las primeras 250 páginas todo me pareció tan aburrido como un simple libro de historia que no terminaba de situarme en el contexto de la novela. La vida de sufridora de la protagonista contiene una descripción continua; me gusta la caracterización que se hace de los personajes, en particular, el de Sira, la protagonista. A partir de la mitad de la trama la cosa mejora hasta el punto en el que se la “recluta” como espía, punto que considero la cúspide del libro.
En general, he de decir que no me esperaba en absoluto esta novela, que para mí ha sido agradable, tanto en argumento como en la ambientación, caracterización y rigor histórico (se nota un trasfondo en el desarrollo que permite ver que ciertos eventos no se han puesto por poner) Sin más dilaciones, me gustaría, como dije al principio, desearle mucho éxito con su nueva obra Misión Olvido, que espero que me apasione desde el principio.
Un Saludo.
Juan Francisco García Delgado, 1º Bachillerato (Naturales)

Carta a María Dueñas



Estimada María:
Soy Alba, una estudiante de Almería de 16 años. Este año mi profesora de Lengua nos ha mandado leer tu novela El tiempo entre costuras.
Es la primera vez que leo una novela y, aunque me ha supuesto cierta dificultad, me ha aportado bastantes cosas positivas. Los personajes me han parecido muy reales, sobre todo, Sira ya que demuestra cómo una persona va superándose y abriéndose caminos en la vida. Me ha gustado mucho el personaje de Candelaria, por la generosidad que manifiesta acogiendo a Sira en su casa y aportándole el dinero necesario para abrir su taller de costura. He echado en falta al personaje de Ramiro porque solo aparece al principio y me hubiese gustado saber noticias acerca de él. También me han sorprendido los desastres causados por la guerra, ya que aunque otras veces había oído hablar de ella nunca me había percatado de su dureza.
Me despido de ti afectuosamente, deseándote muchos éxitos y esperando tener la oportunidad de conocerte personalmente.
Alba García Viola, Bachillerato (Humanidades)

Esmeralda




Abuela, ¿Qué cuento nos vas a contar hoy?
A Carmen y a Borja les encantaba que sus padres salieran por la noche con los amigos porque así se quedaba con ellos su abuela. Después de cenar se acostaban y entonces llegaba el momento más esperado: la abuela les contaba los relatos más fantásticos que pudieran imaginarse, mucho más interesantes que los que sus padres les leían antes de dormir.
A ellos les había encantado uno que trataba de una niña cojita que, por no poder correr como sus dos hermanas, fue atrapada por un hombre y metida en un saco. Para ganarse el sustento, el raptor iba de casa en casa obligando a la niña a que cantase si no quería ser apaleada.
Un día, el hombre llegó a casa de la cojita y dejó su saco para ir a realizar un negocio. La madre y hermanas de la niña, que habían reconocido su voz al oírla cantar, abrieron el zurrón, la salvaron y en su lugar encerraron en el saco a todos los animales que encontraron. Cuando el malvado intentó hacer cantar a la cojita propinándole una soberana paliza, los animales emitieron horribles y ensordecedores sonidos.
Entonces el raptor decidió deshacerse de su presa. La llevó al río, y cuando abrió el saco para arrojarla al agua, los animales, totalmente enfurecidos por el trato recibido, se abalanzaron contra él que, al perder el equilibrio, cayó al río y desapareció con la corriente.
Carmen y Borja habían aprendido con aquel cuento que el mal siempre pierde.
Otra historia que les había fascinado era aquella que trataba de una hermosísima mujer llamada Elena que murió de pena al ser abandonada por su novio quien emprendió una relación con la persona que la había calumniado, su amiga Irene. Cuando la introdujeron en el ataúd, no pudieron cerrarlo porque había muerto con el brazo derecho separado del cuerpo y nadie había logrado colocarlo en la posición adecuada.
La calumniadora, arrepentida, fue a confesarse y el sacerdote le impuso como penitencia que debía velar el cadáver de su antes amiga en la iglesia y a solas con ella. Así lo hizo.
El silencio era absoluto hasta que se oyeron unas campanadas. Entonces la muerta preguntó: “¿Qué hora es? La penitente contestó: “Las diez”, y se oyeron estas palabras: “todavía no es hora”. Irene gritó aterrada y golpeó la puerta de la iglesia para que la sacaran de allí, pero nadie logró abrirla ni hacer nada para liberarla. Sonaron nuevamente las campanas y Elena preguntó:” ¿Qué hora es?” A lo que Irene respondió: “Las once”, y se oyó: “todavía no es hora”. Llegó la media noche y volvió a escucharse la voz:” ¿Qué hora es?” “Las doce”, y Elena gritó: “¡ya es hora!” Se levantó de la caja, se abalanzó sobre Irene y le arrancó la lengua. Entonces ella se introdujo en el ataúd con la lengua en la mano y su brazo por fin se colocó junto al cuerpo. En ese momento las campanas de la iglesia comenzaron a sonar y se abrieron sus puertas. Todos pudieron contemplar con espanto la dantesca escena que se ofrecía ante sus ojos. Se había hecho justicia.
Carmen y Borja aprendieron que la calumnia era muy peligrosa, tanto como para acabar con la vida de un inocente. Ellos jamás acusarían a nadie de nada que no fuese cierto. Habían aprendido otra lección que no olvidarían.
Esa noche estaban deseosos de que la abuela los volviera a sorprender con sus relatos. Habían cenado antes de lo acostumbrado para acostarse muy pronto y así poder comenzar su viaje fantástico por mundos imaginarios.
Su abuela les había preparado otra historia que decía así: “Esmeralda le debía su nombre a sus bellos ojos verdes con los que había enamorado a todos los que la contemplaron el día de su nacimiento. La niña, de piel muy clara y cabello rubio, se transformó en una hermosísima joven que despertaba pasiones en quienes la conocían. Ella, sin embargo, nunca había conocido el amor.
Le gustaba entregarse a la lectura sentada sobre unas rocas y alternar este placer con el de la contemplación del mar. Un día vio cómo un delfín se le acercaba saltando y realizando las más increíbles piruetas imaginables. Esmeralda cerró su libro y se quedó absorta y fascinada por su belleza. Los ojos de ambos se fundieron en una intensa mirada y ella se quedó petrificada al descubrir que era capaz de entender a su nuevo amigo. ¿Cómo podía ser eso pasible si ella era una mujer y él un ser marino?
Todas las tardes se sentaba sobre las rocas y esperaba la llegada del delfín. Él acudía siempre a la misma hora y bailaba y jugaba y saltaba para que ella lo contemplara. Así un día tras otro hasta que comprendieron que había nacido entre ellos una atracción arrolladora, que… ¡se habían enamorado! Pero su unión no era posible. Pertenecían a especies diferentes. Así que él decidió marcharse para siempre y no seguir alimentando una historia sin final.
Esmeralda trató de entenderlo, pero no podía soportar tanto dolor. En el momento en que él desapareció comenzó a llorar. Así llegó a su casa y se encerró en su habitación. Se negó a salir de allí. No deseaba relacionarse con los demás, ni comer, ni vivir, solo llorar y llorar y llorar…Sus padres llamaron a un especialista para que pudiera curarle a su hija el peor de los males que se había instalado en su alma: el mal del amor. Ella no lo escuchaba. No le interesaban ni sus palabras ni sus remedios medicinales. Solo lloraba.
Así transcurrieron los días, los meses y, después, los años. Esmeralda comenzó a vivir en el mar de lágrimas que había creado. Poco a poco su hermosa piel blanca fue cubriéndose de pequeñísimas plaquitas irisadas que desprendían un brillo cegador. ¡Eran escamas! Su pelo rubio le cubría la espalda y llegaba hasta sus piernas que ahora se habían unido y acababan en una majestuosa cola.
Su familia aceptó que Esmeralda ya no les pertenecía a ellos sino al mar. La transportaron en un acuario y dejaron que se adentrara en las profundidades submarinas. Ella se dirigió a su lugar de encuentro de años atrás y allí, al pie de las rocas, en lo más profundo, encontró a su delfín, solitario y nostálgico. Cuando la vio aparecer convertida en una bellísima sirena, se lanzó hacia ella y se abrazaron con la mirada. Después desaparecieron unidos por lo que desde entonces sería el nuevo hogar de los dos.”
Carmen y Borja habían escuchado embelesados esta preciosa historia. Aquella noche aprendieron que solo el AMOR es capaz de obrar milagros.
Gloria Langle Molina

Me siento...




Me siento..., me siento dolorida por dentro, siento un fuego que me quema, el ardor de tu mirada, la hermosura de tu ser. Quisiera ser tus ojos para ver lo que tú ves, ver el mundo desde otro lado.
¿Qué hice? ¿Qué hice para perderte? Te perdí y todo por no haberme dado cuenta antes de que eras un mentiroso, de que me engatusabas con falsas palabras. Me siento confusa y asustada, ya no hay nadie que me proteja, que me quiera, que me ame. Estoy expuesta a insultos y a burlas, pero tú, tú no te das cuenta de que te necesito. Me miras pero no me ves. Mi alma deja mi cuerpo y mi corazón abandona sus fuerzas, pero a ti, a ti no te importa, no me miras, no me dices nada. Quiero saber quién eres. Cara de ángel, alma del diablo, eso es lo que eres. No mereces amar, no mereces que te amen, no mereces nada más que, que te tiren a la basura como tú ha hecho conmigo. Tú no te das cuenta de que te amo y de que siempre te amaré, y aunque me hayas hecho daño sé qué es lo que te pasa y es que por mucho que lo disimules, tú no tienes corazón, nunca has amado a alguien que no fueras tú mismo.
Juliana Trinidad Sáez, 2º E.S.O. B