domingo, 13 de diciembre de 2009

Dos fábulas de Esopo


FÁBULA DEL PERRO QUE LLEVABA CARNE.

Su enseñanza es para los arrogantes que desean más: lo que tienen lo perderán; es decir, aquellas personas que no se conforman con lo que tienen y siempre aspiran a más, por codicia, sin detenerse a ver que lo poco que poseen ya es algo valioso. Esas personas, sin saberlo, se arriesgan a perderlo todo, pero no les importa, por avaricia, ni piensan en las consecuencias. De ahí el refrán “La avaricia rompe el saco”.

Por ejemplo, muchas personas que anteriormente no han tenido mucho y han subido de clase social o su riqueza ha aumentado por cualquier motivo, se vuelven arrogantes, y se afanan en conseguir riquezas y más riquezas, sin interesarles los demás, y miran por encima del hombro a aquellos que tienen menos. El problema surge cuando, por alguna razón, lo pierden todo, y las consecuencias son mucho peores.

Leticia González Pérez, 2º Bachillerato (Humanidades)

“quienes desean más también perderán lo que tienen”

La reflexión de la fábula nos remonta al problema del consumismo. Pero no sólo la problemática de acumular cosas innecesarias, sino el completo olvido de los que ni siquiera se permiten el lujo de pensar en lo que desearían.

Debemos concienciarnos de que hay demasiadas personas que sufren y no tienen nada, ya sea en el llamado “tercer mundo” como en el primero, por lo que debemos auto educarnos en el compromiso.

Pero no sólo somos nosotros los únicos responsables del reparto desigual. A menudo nos olvidamos (o no nos dejan ver) que los gobiernos, desde los más pequeños hasta los más poderosos, se “comen” el dinero, las ayudas, los recursos y el tiempo en comprar armas, financiar guerras, contaminar el medio ambiente, firmar penas de muerte, fomentar su riqueza y, en definitiva, acrecentar la desigualdad entre iguales.

Realmente (no nos engañemos a estas alturas) la erradicación de la pobreza es una utopía. Es imposible que países como, seamos claros, EEUU o China quieran que países subdesarrollados y plagados de enfermedades y miseria emerjan, despierten.

¿Para qué? ¿Para que con sus recursos y reservas (explotadas por otros) sean capaces de adelantar con pasos de gigante a estas grandes potencias? Está claro que determinadas culturas cada vez más necesitan una limpieza de basura cultural, que ha terminado por deshumanizarnos.

Que quede claro que no trato de limpiar nuestra irrecuperable imagen, pero todo huele a desprendimiento de responsabilidades y, sobre todo, a que nos tomamos el tema de la pobreza como un juego en el que gobierno y sociedad nos pasamos la pelota de un tejado a otro constantemente.

Sara Díaz Bonilla, 2º Bachillerato (Humanidades)

Cuenta la fábula que un perro llevaba un trozo de carne en la boca, pero al asomarse en el río y ver su imagen reflejada en la corriente, pensó que otro perro llevaba un trozo más grande, así que soltó el suyo para coger el otro. Y al final se quedó sin ninguno.

Esto nos explica que valorar lo que tenemos y no codiciar lo que nos parece mejor, simplemente por ser más ostentoso o poderoso, nos ayudará a descubrir que la felicidad reside en las cosas más simples o en lo que siempre vive a nuestro lado, por poco visible que nos parezca.

Tampoco es que seamos conformistas. Hay que avanzar buscando nuestra realización personal y procurando lo mejor para nosotros mismos, pero haciendo la vida más sencilla y disfrutando de ella.

Miriam Hita Bretones, 2º Bachillerato (Humanidades)

FÁBULA DEL GATO Y LA GALLINA.

En esta fábula se utiliza el simbolismo del gato sobre aquellas personas que son malas por naturaleza y que, para cometer daño, intentan mentir a los prudentes (gallinas) para causarles alguna calamidad, pero si éstos saben que esa persona no les conviene, no se acercan a ella.

Por ejemplo, en la amistad, si un chico conoce a otro y se hacen amigos, pero uno le causa daño a conciencia por cualquier razón, aquél ya lo conoce y sabe que no es un buen amigo con quien tratar. Por eso, si esa persona vuelve para retomar la amistad, el chico puede creer que volverá a hacerle lo mismo (al igual que pasa en relaciones amorosas), ahora bien, ¿cómo sabemos si esa persona ha cambiado o no? Hay que arriesgarse y comprender si queremos volver a tratar a esa persona o no, pero está claro que si nos vuelve a hacer daño, no merece la pena.

Leticia González Pérez

"de esta forma, los malvados no se ocultan a los prudentes aunque representen la mayor de las bondades."

Esta fábula nos viene a advertir de lo perjudicial de ciertas personas, que, por más que nos hagan ver sus buenas voluntades, en realidad no son tan buenas. Aunque, por otra parte, puede ser un poco clasista y equivocada esta afirmación, pues todo el mundo tiene el derecho y la libertad de rectificar si ha actuado mal.

Sara Díaz Bonilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario