domingo, 26 de octubre de 2014

Deucalión y Pirra


Un día como otro cualquiera en el Olimpo cuando Zeus se empezó a preguntar cómo estaría la raza de bronce que él mismo había creado, se asomó y vio a hombres y mujeres soberbios, egoístas y lujuriosos, lo que le enfadó.
Al cabo de unos minutos de observar las terribles cosas que pasaban en la Tierra, cogió unos rayos y, cuando se disponía a arrojarlos, llegó Hera, su hermosa y dulce mujer, y con dulces palabras convenció a Zeus de que no los exterminase. Aunque Hera siempre le había dado la razón a su marido, esta vez había algo que la atormentaba, Pirra y su marido Deucalión.
Hera era progenitora de Pirra, y lloraba cada noche desde que tuvo el idilio con Epimeteo. Pandora, al ser traicionada lo quiso contar a Zeus, pero Hera le ofreció algo mucho más valioso, una preciosa niña, y Pandora aceptó (ya que ella no podía tener hijos). Al cabo de los años Pirra se casó con Deucalión y vivían en un lugar alejado de la raza de bronce, vigilados por Hera, la cual temía que los males de la raza les acechasen y sucumbieran a los pecados y le dijo a Zeus que exterminase a la raza y les dejase a ellos.
Zeus se extrañó de la actitud de su mujer y visitó a Azahara, diosa de la verdad, y descubrió el oscuro pasado de su mujer. Lleno de ira volvió al Olimpo y mató a Hera, cogió uno de sus rayos y, sin pensar en las consecuencias, lo arrojó a la Tierra exterminando a la raza humana.
Los demás dioses al ver esto desterraron a Zeus y lo encerraron en una habitación. Zeus comenzó a llorar, estas lágrimas tenían tanta fuerza y sinceridad que en cuanto cayeron en la Tierra se formaron personas, y así, sin darse ni cuenta Zeus creó otra raza, esta vez tal y como él quería que fuese.

ana benzal morales, 1º sh.

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