Hace mucho
tiempo, en un pueblo cercano a Londres, vivía una niña llamada Alicia que
siempre estaba con su mascota, un perro de raza pastor alemán al que le puso
Rex. La vida de Alicia era la de una niña cualquiera: iba al instituto, volvía,
hacía la tarea, salía con sus amigas, dormía y, a la mañana siguiente, vuelta a
empezar.
Su vida
cambió completamente cuando un día ella y Rex fueron a pasear por el camino que
siempre recorrían, aunque Alicia notó un breve cambio: una pequeña casa que
nunca había estado allí apareció de la nada. Por su aspecto, se notaba que era
vieja y antigua. Alicia y Rex decidieron entrar. La puerta se abrió sola con un
leve chirrido que daba muy mala espina. Registraron las habitaciones y no había
nada, solo polvo, polvo y más polvo. Rex encontró una pequeña cajita con una
nota: “Ábrela con una llave que solo tienes tú”. Aquella llave era la que tenía
en su pulsera. Dentro había otra nota con un reloj: “¡Hola! Soy Dani, el niño
que habitaba en esta casa. El reloj, que supongo que tienes, esconde un gran
secreto que solo la persona elegida, tú, puede descifrar. Este reloj es capaz
de viajar en el tiempo, tanto hacia el pasado, como hacia el futuro. Si ahora
tienes miedo, no te preocupes, Alicia. Desde el principio sabía que eras tú,
puesto que yo también viajé al futuro y vi la llave de tu pulsera. Sigue las
instrucciones que hay Dentro del reloj y descubre por qué te lo he dado a ti.
Adiós. Hasta pronto”.
Alicia
quedó petrificada, no sabía si alegrarse por ser poseedora de ese objeto mágico
o tener demasiado miedo por el contenido de la carta, pero Rex estaba igual de
asustado. Se pasó dos días encerrada en su habitación intentando averiguar cómo
funcionaba aquel reloj. Rex lo cogió, giró la tuerca con los dientes hasta
ponerlo en el punto en que ponía: "época de los dinosaurios" y lo
apretó con la pata. Al segundo, los dos se encontraban en un gran campo lleno
de animales raros, caballos más bajos de lo normal, lagartos tan grandes como
edificios, tortugas con pinchos... ¡eran dinosaurios! Alicia dijo: “¡En serio!
Se supone que yo soy la elegida y va un pastor alemán y lo descifra en nada de
tiempo. ¡Esto es increíble!”
Rex ladró
y le lamió la mejilla. A lo lejos se veía una pequeña nota escrita por Dani:
“¡Hola otra vez! Creo que has descifrado el misterio del funcionamiento del
reloj, continúa con el viaje”. Alicia se quedó un rato mirando a los
dinosaurios hasta que uno se dejó acariciar. Fue la mejor experiencia de su
vida, pero tuvo que seguir viajando en el tiempo. Viajó por muchas épocas: el
Paleolítico, el Neolítico, la Edad de los Metales, la Edad Moderna, la Edad
Media, pudo formar parte de la revolución Francesa, y pudo navegar en el barco
de Colón para descubrir América. Cada vez el viaje le gustaba más. Era como
jugar a un juego pero sin la comodidad de tu casa, y por supuesto, era real.
Era como un sueño hecho realidad.
El reloj
al final le empezó a gustar, por ser un reloj que nadie, excepto ella, podía
tener.
Sin embargo echaba de menos su casa, a su madre, a su padre y aunque no se lo
creyera, también echaba de menos a su hermano. Por lo menos tenía a Rex, que
era como un amigo para ella, que le hacía compañía y no la dejaba sola ni un
momento. Los dos disfrutaban de la naturaleza tan verde que en la ciudad no
había.
Pronto
llegaron al final de su viaje donde había un gran árbol con una hoja
clavada en el tronco: “ ¡Hola Alicia! Soy Dani, aunque creo que lo imaginarías.
Has llegado al final de tu viaje. Y una cosa, antes de nada, no te sientas
avergonzada porque tu perro Rex supiera manejar el reloj. Hay veces que tan
nerviosos nos ponemos, que incluso parece que nuestra mente va disminuyendo. He
estado pensando en tu recompensa y será el reloj que creo que te gustará.
Siento haberte hecho dar tantas vueltas para quedarte con algo que tenías desde
el principio, pero creo que te será útil ya que hay veces que, por decir una
frase que solo pensabas, has deseado que la tierra te tragara. También en algún
momento de la vida te gustará algún chico, harás tonterías y luego te dará un
ataque de vergüenza. Yo siempre lo solucionaba diciendo que me había entrado el
pavo o que le había echado mucha azúcar a la leche, pero será mejor utilizar el
reloj. Aunque si lo prefieres puedes volver a disfrutar de este viaje por todas
estas épocas con Rex. Eso sí, disfruta del poder del reloj y también de tu
vida, que el tiempo es oro y la vejez no se puede arreglar con el reloj”.
Alicia se
emocionó con estas palabras y volvió a su época con Rex e hizo lo que le dijo
Dani, porque es verdad que la vida hay que disfrutarla y no perder ni un
segundo de ella. Vivirla de una manera feliz.
Isabel Morales Tripiana, 1º E.S.O. A