viernes, 18 de mayo de 2012

El hambre por saber


En esta locución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros, en Granada, se valora muchísimo el libro, como símbolo de la cultura. Y es que al enseñar no solo saciamos al curioso, sino que además se previenen conflictos. Una persona con vasta cultura tiene una capacidad inmensa de salvar obstáculos, por eso, afirmo con convicción que la gran mayoría de los problemas de este mundo se solucionarían instruyendo correctamente a los afectados con conocimientos académicos; el resto se evitarían con una adecuada educación moral a edades tempranas, pues es sabido, que el árbol cuando solo es un tallo es fácil hacerlo crecer derecho, mas si esperamos en demasía, corremos el riesgo de no poder cambiar, ni con la mejor de las técnicas, lo que el tiempo y la circunstancia han creado. Hoy en día podemos presumir con gran satisfacción de que tenemos “el saber” al alcance de la mano, ya sea en forma de libros, profesores, internet…
El problema es que solo nos quedamos en eso. Tenemos la posibilidad de aprender, pero no la voluntad de hacerlo. Sin embargo, cuando por alguna extraña razón nos esforzamos y sacrificamos por aprender algo y ello da sus frutos, nos embriaga una abrumadora alegría que nos invita a tener curiosidad y a seguir explorando en los asombrosos campos del conocimiento. La realidad es que el “hambre” por saber de la sociedad actual se basa en el lema: si no es útil, no lo quiero. Por eso los estudiantes, como producto de no encontrar respuesta a la pregunta “¿Y esto para que me va a servir a mí?” Optamos por memorizar con el único fin de reproducirlo en un examen. Es cierto, muchos de los conocimientos que adquirimos a lo largo de nuestra vida no son prácticos, pero, cuando nos llaman la atención quedan grabados a fuego y cuando no nos interesan los desechamos sin darles el más mínimo valor. Para aumentar nuestro interés por aprender es bueno saber que el cerebro es un músculo, y al igual que otros se puede ejercitar, aunque sea con peso muerto y aparentemente inútil, para posteriormente afrontar mejor los desafíos que requieran mayor esfuerzo o consideremos más transcendentes. Triunfaron los videojuegos bajo la bandera “entrena tu mente” y su raíz nace de este mismo principio: trabajar con información banal para estar preparado ante la importante. Por eso debemos convencernos a nosotros mismos de que leer un libro no representa ningún sacrificio y recordarnos que en esta vida ávida de existencia nunca el tiempo es perdido, mas puede ser mal aprovechado.
Rafael José Montesinos Hernández (2º Bachillerato)

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