miércoles, 5 de enero de 2011

¿Un accidente?



Aquella mañana de Agosto, Gabriela Santaella recibió la peor de las noticias, en la presa aparecía en portada un suceso que estremecía al país: El deportista de élite, el mejor windsurfista de la historia, Raúl Miró, había quedado tetrapléjico al practicar una de sus actividades preferidas, lanzarse al mar desde un acantilado.
 Gabriela tardó unos segundos en derramar sus lágrimas por sus pequeñas mejillas. Se quedó conmocionada al saber que Raúl había tenido un accidente. Rápidamente se informó de en qué hospital estaba ingresado, cogió las llaves del coche y se fue corriendo. En la puerta estaban los medios de prensa, era imposible pasar, Gabriela angustiada, se encontró con una vieja amiga que trabajaba allí y entró por la puerta de atrás, aun así, no pudo verlo, ya que la policía se encontraba allí. Gabriela no entendía nada, cada vez estaba más nerviosa y los familiares de él no se lo podían explicar, no la conocían de nada nunca la habían visto ni mucho menos.
Tras un par de horas de incertidumbre Gabriela averiguó lo que ocurría. Según la policía, este suceso no había sido un simple accidente, alguien lo provocó. ¿Quién podría haber cometido semejante acto de crueldad?, ¿cómo tenía esa sangre fría? y ¿por qué lo hizo?
Un policía se acercó hacia ella. Se puso nerviosa hasta el punto de llegar a temblar. El agente le formuló varias preguntas, pero Gabriela se negó a contestarlas. Estos acontecimientos dieron lugar a convertirla en la primera sospechosa de intento de asesinato.
Pasaron varios días y Gabriela estaba bajo vigilancia, pero por fin llegó el momento en que Raúl se despertó. Él no se acordaba de nada de lo que le había sucedido. Su familia, entre ellos sus hermanos y su sobrino pequeño, fueron a verlo. En cuanto le contaron que había una sospechosa, él se extrañó porque no entendía absolutamente nada. Pidió saber quién era esa persona que salía en prensa acusada de un delito. Para su sorpresa, en cuanto la vio, sonrío y dijo con una voz bajita: ¿cómo la mujer de mi vida me iba a querer matar? Mamá, papá, esta es la chica con la que me voy a casar. A Gabriela, al ver que todo estaba resuelto, se le saltaron las lágrimas de alegría. Pero todavía había cabos sueltos en este suceso: ¿quién podría haber empujado a Raúl desde el acantilado más alto de Galicia?
Gabriela, después de ser absuelta de todos los cargos, inició una investigación por su cuenta con las personas con más razones para querer hacerlo, pero no era tan fácil como parecía, faltaban pruebas y detalles que se le escapaban de las manos. Decidió ayudar a su futuro esposo a recordar el día de lo sucedido.
-Raúl, inténtalo, recuerda qué te sucedió.
-A ver, cariño, estaba en la casa de la playa con mi familia, mis hermanos y mi sobrino, y salí a pasear con é, nos detuvimos en el acantilado a contemplar las vistas del mar y ya no recuerdo más, solo una voz diciéndome: aquí tienes lo que te mereces.
-¿Podrías saber quién era si escucharas su voz?
-No creo, sería muy difícil.
Gabriela salió de la habitación y estaba su hermano hablando por teléfono con una voz un tanto preocupante. Ella escuchó la conversación y se quedó impresionada con lo que oía: su hermano había reemplazado a Raúl en la competición de windsurf. Resultaba extraño que él, después de lo sucedido, se presentara a un acontecimiento que era fundamental para la carrera de Raúl. Gabriela se lo contó a Raúl y él se puso a pensar. Llegó a unas conclusiones, pero no podía creerlo.
-Mi hermano y yo siempre hemos competido en todo, y en este deporte nunca me ha ganado. Sé que su entrenador le exige mucho más que a mí y sigue quedando segundo. Pero mi hermano no es envidioso para hacerme eso, pero con su entrenador nunca me he llevado bien que digamos, y siempre me decía que algún día tendría lo que me merecía.
-¿Raúl te has escuchado? Son las mismas palabras que pronunció antes de empujarte. Fue él quien lo hizo. Fue él quien quiere quitarte de en medio para ganar… ¡Ya tenemos al culpable!
-No, vale, lo tenemos, pero quiero que sea mi hermano quien me diga que él sabe que su entrenador es quien me ha destrozado la vida por el afán de ganar. Corre, llámalo, quiero hablar con él.
-Oscar, tu hermano te llama.
- ¿A mí? Voy enseguida -qué estará sucediendo- pensaba Oscar.
-Dime, querido hermano, ¿qué quieres?
-No me andaré con rodeos, sé que sabes quién me ha hecho esto, ¿y tienes el valor de callarte, de dejar que acusen a personas inocentes y seguirle el juego a ese cabrón?, ¿tú te consideras hermano? Tú no eres ni persona, eres una basura que no tiene sentimientos ni, mucho menos, algo de corazón. ¿Alguna vez te has puesto en mi lugar? Eres un envidioso que solo me desea lo peor. Pero siempre han dicho que quien ríe el último ríe mejor, y esta vez me voy a reír cuando te vea pudriéndote entre rejas con tu amiguito; sí, tu entrenador.
Al cabo de la vida llegas a unas conclusiones: no te puedes fiar ni de tu propia sombra, porque en el momento que menos te lo esperes te matará por la espalda. No por llegar a la meta tienes que derrumbar a tu compañero, porque así te encontrarás solo y cuando necesites a alguien, nunca lo vas a encontrar. No por ser el primero eres mejor persona, sino por ayudar a los demás a ser mejor que tú.
Eva Gloria Robles, 1º Bachillerato (Ciencias Naturales)

No hay comentarios:

Publicar un comentario