Hola camarada:
Estoy en tu parque, sí, el parque de la inspiración. He vuelto aquí para
encontrarme contigo, amigo. Primero fui a tu casa. No había nadie así que corrí
impulsada por un instinto hasta llegar a este lugar, tu lugar preferido en el
mundo entero. No te encontrabas en el banco del fondo, pero sí tu misiva. Solo
un trozo de papel arrancado de tu libreta. Tus trazos, tu alma... Solo una
oración: "Ya no me quedaba nada aquí, así que fui a vagar por el mundo y
entonces quizás pueda encontrarte."
El peso de la frustración es más grande de lo imaginado. Sí, te echo de
menos hermano de espíritu. Sabías que iba a dejar de lado mis tontos y
solitarios viajes para venir a encontrar la paz aquí. Siempre lo has sabido
todo. Eres el aire que le falta a mis pulmones.
Observo fijamente la luna diurna mientras el crepúsculo le quita protagonismo
para después dejarla en pleno apogeo de luz y oscuridad. Es otoño y el viento
azota fuerte. Las hojas amarillas me golpean el rostro y las marrones raspan el
suelo, pero no me despiertan de mi ensoñación. Solo tú serías capaz de hacerlo.
Hace frío y el constante flujo de sentimientos en mi espina dorsal es mi único
abrigo. Quiero una anestesia general de los sentidos pero no funciona el
desgarrador choque de aire helado. Es como una caricia. No lloro, solo canto la
melodía que tantísimo me recuerda a ti. La gente me mira. Bailo a mi peculiar
manera. Quizá esté loca. ¿Y qué?
Como ya habrás visto, mi carta está en el revés de tu nota, pero todas
estas palabras se resumen en algo mucho más breve y parecido a lo tuyo: Aquí no
te encontré, así que regresé a explorar el vasto mundo, pero esta vez, para buscar
a mi buscador.
Hagamos de nuestros viajes una única ruta, la del amor incondicional. No la
del amor en pareja, ni de amigos, ni de nada que pueda ser nombrado y descrito.
Lo verdadero siempre tendrá sombras de duda acerca de su causa o motivos, más aun
de su nombre. Y no desaparece a pesar de no poder ser nombrado.
Te pido perdón por darme cuenta de esto tan tarde y porque ello te haya
causado el más mínimo daño. Sigue buscándome. Yo ya nunca dejaré de hacerlo.
Marina García Montoya, 4º E.S.O. A