Un libro, ese viejo amigo olvidado con frecuencia en una recóndita esquina de nuestra estantería escondido sobre un montón de cedés y películas que es lo que ahora se lleva.
¡Qué triste que se haya perdido el hábito de la lectura! ¿Verdad? Y eso se da sobre todo en la juventud. Vale, es la época de salir, de divertirse, pero ¿para cuándo la cultura? Apuesto a que muchas personas no se han terminado de leer un libro en su, por consecuencia, vacía vida. Es mucho mejor ver la tele o estar en el ordenador. ¡Claro que sí! ¿Quién puede estar tan aburrido como para ponerse a leer? Por desgracia, hay un considerable sector social que asocia esas ideas con la lectura. Pero creo que no lo han probado. Seguro que jamás han leído con entusiasmo y con verdaderas ganas porque si lo hubieran hecho seguro que no opinarían así. Por eso es tan importante el fomento de la lectura, porque un pequeño empujón nos puede servir para adentrarnos en ese mundo al que nos transportamos cuando tenemos un libro delante. Es un mundo totalmente imaginario en el que cada uno puede ser quien le plazca.
Cada 23 de abril celebramos el día del libro. ¿Y eso por qué? Para recordar a mucha gente que existen. Pero el motivo de por qué ese día y no otro es para conmemorar la fecha en la que falleció el padre de la literatura española, Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Quijote. Escribió mientras estaba en prisión. Sí que le debería gustar esto de los libros, ¿no? Pues sí, porque todo lo que él plasmó sobre papel no se hace a menos que sientas verdadera devoción por este arte.
Aquí quería yo llegar. Cervantes no dejó de escribir a pesar de estar encarcelado. ¿Debemos poner nosotros excusas por no haber leído un mísero libro en nuestra vida? No hay justificación, simplemente no nos ha dado la gana. ¿Me equivoco? Precisamente en esto no.
Para terminar me gustaría dar una última razón sobre la importancia -si es que no os ha bastado con esto- de leer. Afirmo y sostengo que hay un antes y un después tras la lectura de un libro que realmente nos fascina, nos encandila y nos mantiene en vela deseando conocer qué es lo que va a acaecer en las sucesivas líneas. El cine ya se ve en tres dimensiones pero yo hoy propongo una cuarta, no razonable sino metafórica. La dimensión que rodea a cada libro presente -ahora sí- en nuestra culta existencia.
Yeray Escribano Flores, 4ª E.S.O. B